La noticia de los adolescentes armados que este miércoles ingresaron en un colegio del sur del conurbano fue replicada durante todo el día en la prensa nacional.

Sedientos de primicias, los medios se agolparon en la puerta del colegio e interceptaron al joven agredido para atosigarlo con preguntas.

Abrumado por la situación y sin estar seguro de mostrar su rostro en público, el joven decidió irse de la escena que montó la prensa.

Enojado, un periodista le gritó mientras el joven se retiraba del lugar. El cronista pareciera cuestionarlo como si estuviera incurriendo en una infracción al no prestar más declaraciones a la prensa. Como si las personas tuvieran la obligación de entar al juego mediático cada vez que, caprichosamente, los medios nacionales se acercan a algún rincón del conurbano.