No me interesás tanto
Shhhh. Shhhhh. ¡Vos! ¡Tuitero!, consumidor diario de las redes sociales, tengo que darte una mala noticia. Trabajás en una oficina, te pasan casi las mismas cosas que al resto, y te aseguro que esas fotos de tus almuerzos, esos tuits de tus asados y pileta, no le importan a casi nadie.
Es que es así. Las redes sociales llegaron para que nosotros podamos mostrarnos y mostrar nuestra vida. Común, aburrida y sin nada para contar, pero siempre con momentos fotografiables.
No hay montañas o suspiros en tus fotos de ciudad instagrameadas, ni tampoco demasiadas referencias en los datos, referencias que sirvan o reflexionen. "Alto almu", abrís y te encontrás con una milanesa con fritas. Contame en ese instante a quién pensás que le puede llegar a interesar qué comés o, en realidad, qué aspecto tiene lo que te estás por clavar.
Y no es solo eso. Es que, como dice un amigo, ahora todos creemos que somos famosos y que tenemos cosas interesantísimas para decir. Que podemos mostrarnos al mundo y nos pasamos. Nos pasamos porque le contamos a gente que no preguntó, cómo estamos, dónde vivimos y qué estamos haciendo. ¿Para qué? Decime si no hay cosa más insoportable que alguien que habla todo el tiempo de lo que hace o deja de hacer. ¿En qué momento alguien nos dijo que somos interesantes? Y no va con bronca, la línea del discurso que estoy dando va por dentro, desintoxicando.
Sos importante, claro, para la gente que te quiere, para tu círculo íntimo, tus amigos y bla, pero no va mucho más allá. La foto de tu súper culo en la playa a lo Caras, no sale en Caras. Tampoco en Semanario. Te calmás.
Está claro que todos podemos hacer lo que querramos dentro de sus limites, decir lo que se nos cante, ser lo que nos gusta. Ok. Seamos algo entonces, seamos y dejemos de contarlo porque se sabe que, el que mucho dice, poco hace.
Ahora bien, está claro que si querés podés hacer lo que se te canten las tarlipes, que yo no tengo por qué fumarme tantos datos irrelevantes de tu vida porque no me interesa y puedo dejar de seguirte. Pero antes de hacerlo tengo que purgar y decir lo que pienso. Porque lo que puse arriba es cierto. Todos podemos ser todo lo que queremos ser si nos animamos a serlo.
Sin necesidad de sonar revolucionaria de escritorio comento que este sistema nos cuenta y nos hace creer que somos muy importantes, alimenta el individualismo y nos seduce con ricas comodidades y pequeños triunfos al ego como el me gusta o la estrellita. El punto cúlmine de esto es, creo, la foto de la tarta de zapallitos instagrameada y viralizada como la estrella principal de la novela de la tarde.
Pero ahorrate el disgusto y la puteada, dejá de seguirme que te va a hacer mejor. No te indignes tanto que el reloj sigue andando y continúo siendo una gila que no sabe nada, una amargada a la cual no le gustan las fiestas, una anti todo. Yo ya lo sé.
También tengo en claro que no soy quién para decir lo que digo ni darte órdenes, porque además muchas de las cosas que critico las hice, y, como las hice, sé por qué se hacen.
Pero casualmente tengo que llenar este espacio y bueno, me sobraban algunas líneas así que pensé que podría interesarles....