El estudio realizado por expertos del Centro de Geogenética de la Universidad de Copenhague y de la Universidad de Cambridge revela que el ADN de restos fósiles de un europeo que vivió hace 36 mil años, recuperados en Rusia implica la existencia de una población humana desconocida.

Según los expertos, la ascendencia genética de los primeros habitantes de Europa logró sobrevivir al último máximo glacial y se cruzaron brevemente con los antepasados del hombre moderno, desapareciendo después sin dejar rastro.

El ADN analizado representa evidencias del contacto temprano entre los grupos de cazadores-recolectores de Europa y los de Oriente Medio, que después desarrollaron la agricultura y la extendieron por territorio europeo hace unos ocho mil años.

En el genoma de los restos fósiles hallados en Kostenki, en el Oeste de Rusia, se encontró un pequeño elemento genético que comparte la gente que en la actualidad vive en Oriente Medio y que también estaba presente en los grupos de agricultores que llegaron a Europa para mezclarse con los cazadores-recolectores.

Este temprano contacto encierra las primeras pistas sobre un tercer y hasta ahora desconocida línea de ascendencia que podría ser tanto o incluso más antigua que los principales linajes de Eurasia.