El trozo de cerebro de dinosaurio fosilizado cabe en la palma de una mano y su descubrimiento fue toda una sorpresa después de creer que era roca. 

"Siempre pensé que tenía algo especial. Me di cuenta de que había algo raro en su conservación y la idea de la preservación de tejido blando me vino a la mente", aseguró Jamie Hiscocks quien halló el trozo de cerebro en Bexhill-on-Sea, al sureste de Inglaterra hace más de una década.

Hiscocks se puso en contacto con paleontólogos de la Universidad de Cambridge quienes comprobaron que se trataba de cerebro fosilizado, algo poco común ya que los tejidos no suelen mineralizarse. Utilizaron un microscopio electrónico de barrido, que a partir de haces de electrones, permite ir dando forma e identificando la materia que resultó ser  una porción de la meninge cerebral, un tejido que se interpone entre el cerebro en sí y el cráneo. Además encontraron colágeno y pequeños capilares sanguíneos.

Se cree que la pieza pertenecería a un ejemplar emparentado con el Iguanodón, un herbívoro, que debió de morir en un pantano, Una geografía que suele tener una atmósfera más ácida y con menor concentración de oxígeno. 

Los especialistas remarcaron que si la cabeza del animal quedó enterrada en el lodo, los  tejidos blandos se podrían haber mineralizado antes de que el cerebro se descompusiera.

Un dato llamativo que lanza nuevas investigaciones es que mientras el cerebro de las aves y reptiles actuales ocupa la mitad de la cavidad craneal; este cerebro fosilizado aparece casi en contacto con la parte interior del cráneo, lo que permite suponer que los dinosaurios tenían grandes cerebros que ocupaban toda su cabeza. 

Fuente: El País