En los últimos días, miles de usuarios argentinos comenzaron a recibir una nueva oleada de correos electrónicos que, con apariencia legítima, simulan notificaciones sobre préstamos preaprobados o tarjetas de crédito listas para activarse. Entre las curiosidades que llaman la atención, destaca la forma en que estos mensajes están diseñados para parecer auténticos y generar confianza en quien los recibe.

Esta estrategia, conocida como phishing, tiene como finalidad engañar al destinatario para que haga clic en un enlace malintencionado. 

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Estos correos suelen intentar hacerse pasar por entidades confiables, como bancos o plataformas de billeteras digitales, y en ellos se destacan mensajes urgentes que prometen beneficios como la activación de una tarjeta de crédito o la acreditación de un préstamo. 

El contenido, aparentemente legítimo, incluye incluso fechas límite para obtener los beneficios sin costo, lo que genera una falsa sensación de urgencia.

Sin embargo, lo más peligroso de esta campaña es que, además de engañar al destinatario para que haga clic en enlaces maliciosos, los correos pueden contener archivos adjuntos que, al abrirse, instalan software malicioso. Este malware tiene la capacidad de robar contraseñas, credenciales bancarias y otra información confidencial sin que el usuario lo perciba.

El primer signo de alerta es recibir un correo inesperado de una entidad financiera, ya que los bancos nunca envían comunicaciones sobre préstamos o tarjetas no solicitadas. Es importante verificar la dirección del remitente, pues estos correos fraudulentos provienen generalmente de cuentas desconocidas o de direcciones con ligeras variaciones respecto a las oficiales de las empresas. 

Además, los mensajes suelen tener un diseño sencillo, carecen de logos oficiales (si bien, incluso si los tuvieran, no garantizan legitimidad) y presentan botones prominentes que instan a hacer clic para obtener el beneficio prometido.

Si por error se hizo clic en alguno de estos enlaces, lo más recomendable es cambiar de inmediato las contraseñas de las cuentas afectadas, monitorear los movimientos bancarios y, si es posible, recurrir a un experto en seguridad informática para evaluar y minimizar cualquier posible riesgo.