Cuál es el hábito diario que debés controlar porque puede afectar tu salud mental
Conocé de qué se trata esta situación de la vida cotidiana que puede afectar tu día a día en el caso de no respetar un buen descanso.
En una sociedad donde la salud muchas veces queda relegada frente a la exigencia de ser productivos y de estar siempre disponibles para el ocio digital, el mal descanso se ha naturalizado como parte del ritmo diario.
Durante mucho tiempo, se instaló la creencia de que el sueño era prescindible, una distracción que quitaba horas valiosas para hacer más. En ciertos ámbitos laborales y creativos, prescindir del descanso se consideraba una muestra de entrega y determinación, incluso un símbolo de éxito.
Cuál es el hábito que puede estar afectando tu salud mental
El equipo encabezado por el neurocientífico Simon Evans centró su investigación en un término poco difundido fuera de los círculos especializados: el cronotipo, que describe nuestra inclinación natural a estar más activos en determinados momentos del día.
El dato alarmante surge al observar que quienes tienen más vitalidad durante la noche mostraron mayores niveles de síntomas depresivos en comparación con las personas con hábitos más matutinos. Esta situación puede darse ya que no solo descansan menos horas, sino que viven fuera de sintonía con el ciclo natural del día y la noche, lo que genera una especie de choque interno. Esa desincronización corporal impacta de forma directa en el estado emocional.
El problema de mantenerse activo durante la noche va mucho más allá de lo que indica el reloj. Hay repercusiones físicas concretas. Al extender artificialmente el período de vigilia, se somete al organismo a estímulos intensos —como la luz azul de pantallas o las luces LED— para los cuales no está biológicamente preparado.
Durante mucho tiempo, se instaló la noción de que el sueño era algo prescindible: una actividad pasiva, innecesaria o incluso una señal de debilidad. En más de un ámbito profesional, trasnochar era visto como un símbolo de compromiso y esfuerzo. Pero la ciencia, cada vez con más fuerza, está desmintiendo esa narrativa. Dormir bien no es opcional: es fundamental para el bienestar mental, la salud emocional y la capacidad cognitiva.
Lo más traicionero del mal dormir es su evolución casi imperceptible. La fatiga se acumula sin aviso, y cuando finalmente notamos el cansancio emocional o la falta de concentración, ya hemos cargado con sus efectos durante semanas o meses.
La solución no pasa por imponer cambios drásticos que choquen con tu estilo de vida, sino por establecer pequeñas acciones sostenibles. La base está en entender que el descanso no se negocia. Tan simple como suena, fijar una hora estable para ir a dormir puede tener un impacto profundo.
También ayudan hábitos como evitar pantallas antes de acostarse, optar por actividades relajantes, o moderar el consumo nocturno de cafeína, alcohol o comidas pesadas.
Ser una persona noctámbula no significa estar condenada al agotamiento, pero tampoco debe usarse como justificación para seguir postergando el descanso. Si últimamente te cuesta levantarte, tu humor está más bajo o te sentís desconectado, tal vez no necesites hacer más, sino descansar mejor.
Dormir no es solo una pausa. Es el proceso mediante el cual el cuerpo y la mente se restauran, se ajustan y se fortalecen para lo que vendrá. En una sociedad que parece no detenerse nunca, el verdadero lujo no es tener más horas, sino tener una mente clara.