Ya pasaron tres décadas desde que casi todos los países del mundo firmaron el protocolo de Montreal para prohibir los gases que destruyen el ozono atmosférico. Por otro lado, en octubre del año pasado el agujero de ozono antártico batió un récord de inesperada gravedad.

Pero no todo está perdido, los científicos obtuvieron pruebas de que la capa de ozono se está recuperando. Desde 2000, cuando alcanzó su máximo histórico (25 millones de kilómetros cuadrados), el agujero antártico se redujo 4 millones de kilómetros cuadrados, más o menos la superficie de la Unión Europea (sin el Reino Unido).

Los investigadores también presentan evidencias de que la causa principal de la recuperación ha sido el protocolo de Montreal, es decir, la prohibición de los compuestos orgánicos clorados (clorofluorocarbonos, CFC) que se usaban en la limpieza en seco, la refrigeración y los aerosoles como desodorantes y lacas. 

Susan Solomon, una geóloga del MIT (Massachusetts Institute of Technology, en Boston) fue una pionera de la investigación sobre la destrucción del ozono hace 30 años y presentó los resultados en Science junto a colegas del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, en Boulder, y la Universidad de Leeds, en Reino Unido. El trabajo combina observaciones por globos y satélites con avanzados modelos matemáticos.

“Ahora podemos confiar en que las cosas que hemos hecho han puesto al planeta en el camino de la curación. Eso dice bastante de nosotros, ¿no? ¿No somos asombrosos los humanos, que creamos una situación tras la que decidimos colectivamente, como mundo, que íbamos a eliminar esas moléculas? Las eliminamos, y ahora estamos viendo que el planeta responde”, Solomon.