La iniciativa surgió cuando se acercó un representante de Econo una ONG dedicada a confeccionar ceniceros de plástico reciclado para las playas, preocupado por la contaminación de las costas, "nos consultó qué podíamos hacer al respecto", relata Isabel Cinto, integrante del Laboratorio de Micología Experimental del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Según Econo infomró que la basura dejada por los fumadores en las playas, parques y por doquier, suman al año en todo el mundo casi un millón de toneladas de residuos tóxicos. Contra esta peligrosa mole, Cinto y su tesista de doctorado, María del Pilar Nuñez, dieron con la gírgola, entre otras estudiadas, un hongo que parece degradar en parte a los contaminantes en ensayos preliminares, pero aún restan años de investigación, además de pruebas con más especies.

A partir de entonces, ella y su tesista de doctorado, María del Pilar Núñez, iniciaron la búsqueda y los ensayos para dar con especies de estos diminutos seres que logren deshacerse de otra consecuencia nefasta del tabaquismo. Cada año, pitada a pitada, cinco billones de cigarrillos se consumen en el mundo; y, por ende, quedan igual número de colillas desperdigadas en el planeta, según datos que manejan las científicas. Más aún, este desperdicio equivale a 900 mil toneladas anuales de peso. “Son desechos tóxicos que en la actualidad no cuentan con ninguna política de tratamiento y no están contemplados como residuos peligrosos”, advierte Núñez.

Nicotina, alquitrán, cadmio, plomo son algunas de las sustancias tóxicas en el filtro, pero el material que lo retiene le suma, además, un nuevo desafío, porque es de “acetato de celulosa, un material muy complicado para degradar”, detalla Cinto, investigadora del CONICET, quien busca eliminar o neutralizar contaminantes con elementos naturales, como los hongos.

En esta tarea de probar con distintas especies para dar con las indicadas han tenido algunos resultados promisorios. “Encontramos hongos, algunos de ellos comestibles, que crecen sin problema sobre colillas de cigarrillo. En principio, le quitan el olor desagradable y modifican su aspecto amarillo, en blanco. Es decir, estos datos muestran que estos organismos biológicos algo están transformando”, precisa Cinto, al tiempo que resalta: “Se trata de resultados muy preliminares. Estamos en el inicio de una investigación proyectada para desarrollarse en cinco años”.

Próximamente, Núñez, irá a la provincia de Misiones para traer de la selva distintas variedades de hongos que serán testeados para determinar si sirven para estos fines. Mientras tanto, algunos de los más conocidos por ser empleados en recetas de cocina, ya han dado ciertas satisfacciones que van más allá de su rico sabor. “La famosa gírgola soporta crecer en este medio tan contaminado. Otras especies, en cambio, no lo logran y mueren sin poder utilizar el sustrato como alimento debido a la presencia de los contaminantes”, agrega.

El equipo no para de experimentar con diferentes especies. “Estamos probando de todo. Si bien -señala- algunas crecen sobre las colillas sin problemas, no creemos que logren degradar el acetato de celulosa”. Se trata de un hueso duro de roer, un compuesto recalcitrante a la degradación.

Con un largo camino por delante, el equipo sigue en su búsqueda de esta especie de digestor natural de colillas, que de hallarlo “no sería costoso porque los hongos pueden crecer muy fácilmente en medios de cultivo muy económicos”, concluye.

Fuente: http://nexciencia.exactas.uba.ar