En febrero de 2017, la policía ingresó por la fuerza en el domicilio de Adriana Funaro -en la localidad de Ezeiza- sospechada de ser narcotraficante, tras la denuncia de un peculiar vecino, y se la llevó esposada como una delincuente sin escuchar que el uso que le daba a la planta era meicinal y solidariamente desinteresado, por su salud y la de muchas familias.

Aquel día, cuando se reunieron vecinos para defenderla, Héctor Laporta el denunciante los amedrentó con amenazas e incluso un disparo al piso ante la consulta de una periodista de la revista THC. El hombre apenas se limitó a decir que tenía contactos importantes, y luego de sus lamentables actos, la policía se desentendió de lo sucedido. 

Pasó tres días detenida y el aguante de organizaciones que militan el autocultivo para producir aceite de cannabis con fines terapéuticos, fue unánime. Después le dieron prisión domiciliaria, y ahora en un fallo ejemplar, la justicia la sobreseyó. 

En su flamante resolución, los jueces Tomás Bravo, Martín García Díaz y Jorge Tristán Rodríguez remarcaron el avance que "la sociedad Argentina viene dando en relación al uso terapéutico y medicinal de la planta de cannabis" y consideraron que en este contexto "el uso paliativo y medicinal de la planta de cannabis con resultados comprobados científicamente a nivel nacional e internacional no pueden ser desconocidos", según citó Infobae.

Los magistraron le dieron importancia a la minuciosa explicación que la mujer dio sobre su producción de 36 plantas, la cantidad de flores que necesita para poder fabricar el aceite que consumen ella y sus vecinos: varios niños con epilepsia y distintas patologías. Pero también criticaron a los fiscales que casi no investigaron y pidieron elevar la causa a juicio oral, así como el juez Horacio Hryb que pidió su prisión preventiva: la importancia de esta crítica reside en la mirada despenalizadora de este nuevo fallo, algo fundamental que no fue debidamente reglamentado en la ley que habilitó el uso de subproductos de cannabis, pero no su producción casera.

"Siempre supe que el fallo iba a salir a favor, siempre amé esta planta. Fue un alivio poder decir que somos inocentes, esta es nuestra vida, es nuestro derecho, es mi salud, mi cuerpo es mi jurisdicción, y una ley injusta no puede vulnerabilizarnos, mi salud podría haber empeorado, es muy importante", celebró Funaro.

Funaro trata su artrosis con el aceite que produce, pero también le regala parte de su producción a Delfina, una nena de 3 años con microcefalia que, desde que consume cannabis puede interactuar con sus padres y dejó de sufrir las 20 convulsiones por día. Pero además integra una agrupación de cultivadores solidarios que aportan su medicina a decenas de pacientes con cáncer, fibromialgia, epilepsia, autismo y otras dolencias.