Lo condenan a prisión por almacenar agua de lluvia
Un hombre del estado de Oregón condenado a 30 días de cárcel por almacenar agua de lluvia en su casa. A pesar de la condena judicial, muchos pobladores apoyaron su causa.
Pareciera que, al menos en EEUU, el Estado quiere ser dueño de todo. Incluso de lo que el planeta regala desde el cielo: el agua de lluvia.
En el estado de Oregon, un hombre fue sentenciado a 30 días de prisión y el pago de una multa de 1500 dólares por guardar el recurso natural en recipientes propios, en su propia finca, para su propio uso.
Gary tenía tres estanques en su casa, uno de los cuales llevaba 37 años en su propiedad, por los que debió enfrentar nueve cargos.
El propósito que perseguía este hombre era estar preparado para los incendios forestales, cada ves más frecuentes en su región.
Conflicto judicial
Según la ley de Oregon, el agua es de propiedad pública: quien quiera almacenar el agua de lluvia deberá recibir una autorización de los administradores del agua del Estado.
El caso se remonta a 2002 y aunque en 2003 el Estado le concedió el permiso, más tarde le retirado de manera arbitraria, es decir, bajo ningún argumento válido.
Un hombre del estado de Oregón, EE.UU. fue enviado a prisión por recoger agua de lluvia en su propiedad y comenzó el primer día de su condena en la cárcel, dando la advertencia de que el pueblo estadounidense necesita hacer frente a un gobierno que está operando completamente fuera de los límites del sentido común, a menos que deseen ver la libertad desaparezca.
Después de una batalla de 11 años con el estado y de negarse a cumplir la orden de vaciar sus estanques, Harrington decidió seguir adelante con la sentencia de cárcel, para que vean otros americanos en qué medida el gobierno pasa por alto el sentido común.
Harrington señaló que el Estado había roto su propia ley por la expedición de permisos a personas a quienes les permite desviar el agua de suministro público, mientras que Harrington se limitó a recoger agua de lluvia que cayó en su propiedad y no fue tomada de fuentes municipales.
“El sentido común es la base del derecho común, sin sentido común, la ley es una locura y no acordamos a ser regidos por la locura o la ilegalidad”, dijo Harrington antes de confesar: “Estoy sacrificando mi libertad, para que podamos despertar al país y restablecer nuestra libertad”.