Debajo de las uñas de Fernando Baez Sosa encontraron el ADN de Blas Cinalli, uno de los rubiers que presuntamente no había participado de la golpiza que lo llevó a la muerte.

Este dato es revelador para la fiscalía porque demuestra que no solo los que se suponía que habían participado fueron los autores, sino también otros integrantes del grupo. 

Las imágenes de las cámaras de seguridad y los celulares requisados no permitían ver todo el desarrollo del asesinato, por lo que este es un dato clave para inculpar al resto de los implicados.