Tardó bastante pero gracias a sus maniobras judiciales, el gobernador de Jujuy Gerardo Morales lanzó su pelea por quedarse con la administración de los barrios de la Tupac: “Primero sacaron a la gente de la organización, después nos sacaron 4500 puestos de trabajo, de esa manera vaciaron de mantenimiento cada lugar, incluso las piletas, y ahora vienen y dicen que las piletas están en estado de abandono. Son unos caraduras”, explicó el profesor Juan Manuel Esquivel, diputado del Partido por la Soberanía Popular de la Tupac, en declaraciones a Página 12.

El acto reproducido por los medios locales forma parte de una avanzada simbólica y territorial sobre las tierras con las que la Tupac Amaru le brindó condiciones dignas y mejoró las condiciones de vida de miles de jujeños desplazados. 

A pesar de que en el plazo de una semana la administración de Morales emitió dos comunicados informando inversiones por 1.847.800 pesos, incluyendo el registro de ocho cooperativas para los trabajos de “puesta en funcionamiento” del Parque Acuático del Alto Comedero, y otras siete piletas más. Lo cierto es que el verano ya comenzó hace rato y apenas abrieron un natatorio, de escasas dimensiones en comparación a los más importantes ya construidos. Además esas promesas de trabajo ya fueron engaños en construcción de viviendas que jamás abonó el gobierno.

"El gobierno mandó a un funcionario que se autodenomina interventor de la Tupac, llamado José Luis Estrada, un sujeto que en realidad es funcionario de la secretaria general de la gobernación, a cargo de Freddy Morales, hermano del gobernador. Estrada coptó la voluntad de los compañeros para ofrecerles condiciones de trabajo que nunca cumplió y eso impidió a la gente seguir desarrollando algún mínimo de actividad, también en las 21 piletas que tenemos”, reveló Esquivel.

Sin embargo, la organización barrial que se mantiene a espaldas del gobierno -aunque Morales ya tomó la escuela Bartolina Sisa como búnker del radicalismo en Alto Comedero- y consiguió reabrir seis piletas esta temporada con trabajo voluntario y militante: en Parapetí, en Monte Rico, en El Carmen, Perico, Calilegua y en los galpones recuperados de la vieja estación del ferrocarril de la capital, conocida como la “redonda”.