El anuncio del encuentro de Guido Carlotto, nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto, enmarcó un hecho histórico para el país y su política de los Derechos Humanos.

Ignacio, quien ya no es más Ignacio sino Guido, fue recuperado luego de 36 años de una intensa búsqueda. El joven, que se acercó de manera voluntaria a la organización para hacerse un examen de ADN, tiene, claro, 36 años. Está casado y habría nacido en el hospital militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978, donde permanecía secuestrada su madre, Laura Carlotto, de 23 años. Los restos de su madre fueron restituidos a la familia, pero nunca se supo el paradero del niño, hasta este martes.

El pianista y compositor Ignacio Hurban, fue criado en Olavarría, provincia de Buenos Aires, y es allí se desempeña como Director de la Escuela de Música "Hermanos Rossi" de esa localidad, además de ser parte de la Orquesta Errante.

Además, el joven toca el bandoneón y canta temas que van del tango al jazz. Con flexibilidad y habilidad, Guido trabajó con intérpretes como Liliana Herrero o Raly Barrionuevo.

Las casualidades a veces son causalidades, y este muchacho siempre estuvo presente en las cuestiones de Derechos Humanos y este martes pudo armar su rompecabezas al que le faltaba esta pieza fundamental: su identidad.

Ignacio le dedicó una canción a la memoria, también pieza fundamental para poder reconstruir el pasado, afianzar el presente y reforzar el futuro.

Para la memoria:

El ejercicio de de no olvidar nos dará la posibilidad de no repetir.

Con la carroña apiñada, los nudos de otra madera

Apuran chispas hirientes y encienden lumbres de ojeras

Cargando en ancas los hombros se van quedando los años

no se han cerrado las puertas ni las heridas de antaño.

Fantasma viejo y roído, capullo de los rosarios

cuando se postran las sombras detrás del abecedario

si lapidando al poeta se cree matar la memoria

que más le queda a esta tierra que va perdiendo su historia

Camino al sol, que hace la sombra de todo igual

si al estrujar el viento contra un pecho labriego

ya no hay heridas que marquen los brazos de un hombre entero

ni hay canciones que apañen lo que no guarda en el pecho

Es la sutil diferencia de un cromatismo de negros

lo que separa el anverso en la palma del mismo dueño

cual si eso fuera importante en una caligrafía

dejando sentado en blanco cosas que el negro diría...

Surten menguar las ideas pues que se frena la clara

con dos monedas de cobre cubriéndome la mirada,

Cargando en ancas los hombros se van quedando los años

no se han cerrado las puertas ni las heridas de antaño.

Camino al sol, que hace la sombra de todo igual

si al estrujar el viento contra un pecho labriego

ya no hay heridas que marquen los brazos de un hombre entero.

Hace unos meses Guido participó de un programa en Radio La Plata, un audio revelador de quien hoy, 36 años después, descubrió de quién es hijo.