Mientras la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quiere que los efectivos de la Policía Federal Argentina (PFA) abandonen el clásico uniforme azul para vestirse de civil con saco, camisa y corbata, tal y como sucede con los agentes del FBI, Néstor Roncaglia, jefe de la fuerza nacional se resiste.

Ya se habían quejado del cambio de colores al que tuvieron que atenerse con el traspaso a la Policía de la Ciudad -que porta un nuevo traje uniforme bordó y celeste- y el disgusto se multiplica entre oficiales y superiores.

Como habitualmente vemos en las películas policiales norteamericanas, la ministra imagina a los oficiales usando ropa de civil cuando no están en operativo, y el uso de un chaleco de protección o una campera identificatoria cuando actúan en las calles.

Lo cierto es que dentro de la fuerza federal, según informaciones de la agencia NA, desaprobarían el cambio de vestimenta ya que los oficiales sufrieron una reestructuración y movimientos, entre los efectivos y sus tareas. El Jefe de la fuerza no querría afrontar el riesgo de su cargo ante la desaprobación de sus propios hombres y mujeres.