La mujer condujo hasta Pagano y Tagle, dejó el auto en un lugar prohibido pero para realizar una tarea solidaria en pocos minutos, con su hijo dormitando dentro del vehículo.

Al regresar entró en pánico, aunque los vecinos del lugar le confirmaron que había sido el veloz sistema de recaudación, que está detrás de la mínima chance de conseguir a un usuario desprevenido para generar ingresos a las arcas de la Ciudad.

¿Cómo seguirá esta historia? De qué delitos se puede acusar al Estado y a la empresa de gruas, es una pregunta que esta pronta a responderse.