El hijo de Valeria es autista y tenía más de 200 convulsiones por día. Un cocktail de pastillas lo ayudó un poco pero lo volvió antisociable e irritable. Ahora con 2 gotitas de aceite casero su vida cambió y volvió a sonreir.

A pesar de la retrógrada ley argentina que condena con hasta 15 años de prisión a los que cultivan Cannabis, Valeria no solo comenzó a cultivar las plantas sino que lidera un grupo informal de madres que decidieron hacer lo mismo que ellas para tratar a sus hijos con autismo epilepsia y hasta cáncer.

La ley argentina debe cambiar. La marihuana medicinal no solo mejora la calidad de vida de los pacientes sino también de sus familias. Una sonrisa cura mas que un millón de pastillas.