Luego de la noticia de que un niño fuera picado por un alacrán en el barrio porteño de Palermo y que luego de cuatro paros cardiacos, haya sobrevivido, el miedo se apoderó de Buenos Aires respecto a estos peligrosos insectos.

Según Sergio Rodríguez Gil, especialista adjunto del CONICET en arañas y escorpiones, el arácnido llegó a la capital desde que se realizaron las obras de construcción de la línea A de subte (ocultos en los durmientes del tren) a principios de siglo pasado.

Los alacranes viven también en Córdoba, La Rioja, Tucumán y en la zona de la Mesopotamia. La especie que picó al chico en Palermo se conoce como Titius Trivittatus, una de las más agresivas y peligrosas.

"Vienen por las cañerías y cloacas y aparecen por las rejillas, piletas, bañaderas y palieres y son capaces de trepar a gran altura un 7º u 8º piso porque tienen uñas", señaló Rodríguez Gil.

El titular de la empresa Fumigaciones Buenos Aires, Marcelo Kacanas, sostuvo que en el control de esta plaga "lo importante más que la intervención química es la limpieza y el orden en los lugares donde pueden aparecer, como sótanos, huecos de ascensores, grietas en las paredes".

"La fumigación es una medida de eficacia relativa ya que debe ser el final de una secuencia en la que lo primero es la higiene y el orden y especialmente el control de los insectos que constituyen el alimento del alacrán como las cucarachas", explicó.

Recomendaciones:

Obturar las rejillas para evitar que ingresen a los hogares. No caminar descalzo/a, sacudir la ropa antes de ponérsela, igual que la ropa de cama antes de acostarse, separar las camas de la pared, observar el piso del baño antes de bañarse, no acumular leños ni ladrillos dentro del hogar.