Vivir la experiencia de ser un preso, al menos por un día y sin ninguna consecuencia penal, es lo que el empresario Geronimos Dimitrelos le ofrece a los turistas que visiten Vero Beach, en la ciudad estadounidense de Florida. 

Al parecer, Dimitrelos compró en una subasta pública el antiguo correccional del condado de Indian River, que fue clausurado por el estado en 2012 por falta de presupuesto. En realidad quería reconvertir el lugar en la sede de su compañía "Algae to Omega", pero uno de sus mejores amigos tuvo la idea de publicar un aviso a través de la plataforma de alquiler temporal Airbnb para ver si realmente había interesados en alojarse en la antigua edificación penitenciaria por 100 dólares la noche.

"Decidí hacer una prueba y poner una oferta en internet. Tuve muchísimas solicitudes, muchas más de las que hubiésemos querido", indicó. Ante la avalancha de pedidos, Goodman, que también ejerce de administrador, se vio obligado a retirar el anuncio de internet ya que el antiguo correccional.

"Incluso me han escrito antiguos presos que habían estado aquí para venir con su familia y mostrar cómo era su vida dentro de este correccional", aseguró Goodman, que se dedica a la producción de cine y televisión.

Las celdas siguen conservando las camas, hechas de hierro, con la letrina y el lavamanos, mientras que en los laterales de los pasillos están las cuatro duchas exteriores, a la vista de todos.

Para llevar a cabo este tipo de negocio, los dueños de esta prisión abandonada no deberían cumplir con ningún requisito legal ya que, según dicen, "los usuarios estarían haciendo camping" y "la gente solo debería traer todo lo necesario para pasar una noche aquí".