Existen quienes discuten como si se les fuera la vida en eso, en una dialéctica ganar-perder incuestionable. Para eso elaboran estrategias diferentes, una de ellas pasa por el tono, muchos de ellos adoptan uno avasallante.

Esa postura adoptó Alejandro Roztichner para defender lo indefendible, cuando Diego Sehinkman le mostró un tuit literalmente incendiario del Presidente.

Se apoyó en un tono de ligero enojo, y adoptó la actitud ganadora del habitué al buffet del club. Pero todo terminó derrapando cuando, a un licenciado en filosofía y supuesto pensador, se le cayó la excusa más berreta del mundo.