Tras la visita de Barack Obama a la Argentina, que duró menos de 48 horas, Mauricio Macri –el anfitrión– se tomó para descansar el fin de semana de Pascuas: había quedado realmente agotado... Esos días los pasó en la estancia Lago Escondido, propiedad del multimillonario Joe Lewis.

Lewis adquirió esa magnífica estancia de 12 mil hectáreas cercana a la localidad rionegrina de El Bolsón en el año 96, desembolsando 14 millones de dólares; un precio irrisorio que, se supo más tarde, implicó una tasación a valor fiscal, muy por debajo de su valor de mercado.

Enseguida, tuvo problemas con el organizaciones locales, que le reclaman por un acceso libre a la costa del propio lago. La Justicia, finalmente, falló a favor de que se habilitara la libre circulación, pero el empresario no cumplió y se sigue impidiendo el acceso a ese espejo de agua, que queda como coto privado del magnate.

Ese fallo no le impidió a Macri hospedarse con su esposa Juliana y su hija en instalaciones de esa estancia y utilizar el helicóptero de Lewis para trasladarse desde Bariloche, de donde despidió Obama, a la estancia Lago Escondido.

Así lo denunció la senadora Magdalena Odarda, lo que configuraría la figura judicial de "dádivas", lo que está penado al tratarse de funcionarios públicos. Más allá –o más acá– de la amistad del Presidente de la Nación con un terrateniente que se niega sistemáticamente a cumplir un fallo judicial.

Para más datos, vale recordar que Lewis tiene domicilio legal en Las Bahamas, es propietario del club inglés Tottenham y de una fortuna estimada en 5.300 millones de dólares, gracias a los cuales se ubica en el lugar 277º entre los más ricos del mundo y 7º en Gran Bretaña, según la revista Forbes.