"En la Argentina la recesión ha terminado. Ya terminó. En el cuarto trimestre la economía se expandió respecto del tercer trimestre de 2016", afirmó el ministro de Hacienda de Cambiemos este fin de semana largo, en una entrevista al diario La Nación.

El anuncio de Dujovne resulta doblemente llamativo. En primer lugar porque las señales de repunte económico no se avizoran. Al menos no para los dirigentes de la CGT que se mantienen firmes en la convocatoria a la marcha del 7 de marzo, con el objetivo de alertar al Gobierno acerca del cierre de industrias y la pérdida del poder adquisitivo que está haciendo añicos el salario de los trabajadores. 

En segundo término, destaca la frase de Dujovne porque es un calco, palabras más palabras menos, de lo que por estos días esgrimió su par brasileño, Henrique Meirelles.

"Brasil hoy en día está creciendo. Todos pasamos por un momento muy difícil cuando el país se enfrentaba a la peor recesión de su historia. Lo importante es que la recesión ha terminado ", dijo Meirelles durante una reunión en el Palacio Presidencial.

La afirmación del ministro de Temer, quien llegó al poder tras el golpe democrático a Dilma Rousseff, choca de frente con los números de desempleo que se conocieron por estos días.

La desocupación en Brasil alcanzó a 12,9 millones de personas en enero de este año, según la Encuesta Nacional Domiciliaria. Son tres millones de personas más que las registradas por el mismo organismo un año atrás, lo que marca un crecimiento del 34,3 por ciento. 

Con realidades económicos similares, y gobiernos ideológicamente alineados, Argentina y Brasil reproducen desde el Ejecutivo un discurso similar, pero que no se condicen con la realidad del último tiempo.