El trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo ha sido reconocido por los gobiernos de distinta ideología que estuvieron al frente del país desde 1983, con la obvia diferencia de empatía con unos y otros, pero ni Mauricio Macri -bastante alejado a su lucha y claramente diferenciado en su visión política- se atrevió a atacar su labor.

Pero ha llegado un nuevo aire a las elecciones argentinas que empuja el barco hacia la derecha, y ya la discusión ha entrado en otro terreno.

Ya no es más si las organizaciones de derechos humanos deben estar alineadas ideológicamente o no, sino si su trabajo le sirve a la sociedad.

Victoria Villarruel no llega a la política desde un paracaídas sino desde la lucha de las organizaciones que defienden a los militares genocidas presos y buscan instalar otro relato.

Y ante una pregunta de Carlos Burgueño, lo dejó en claro.