Con su estilo agrandado, simpático, soberbio y sobrador, Guillermo Moreno narró al detalle la vez que se encontró con Juan Grabois y Pedro Rosemblat, en un bar para hablar del futuro del peronismo.

Sin obviar que el dirigente social estaba semidormido y que lo despertó con un café con leche y un tostado, Moreno le enrostró a Grabois la falta de experiencia para conducir al movimiento.

Con la complicidad de Duka -quien no podía aguantar la risa, y Flavio Azzaro, -que coincidía con que a Grabois le falta una horneada-, el ex Secretario de Comercio se despachó a sus anchas.