En septiembre de 2016 se concretaba en Brasil el golpe blando, generado desde la derecha y el poder económico, para derrocar al Gobierno de las mayorías ese que lideró primero Lula da Silva y luego, Dilma Rousseff. En octubre de 2016, Macri lo recibió en Buenos Aires en un gesto de significativo apoyo, en un momento en que Temer necesitaba un espaldarazo regional.

Aquella vez, la conferencia se basó en críticas a Venezuela, en la cooperación por el Mercosur y en la concreción de un gesto de apoyo político, de alianza frente a los reclamos contra el avance del poder económico, tanto en Brasil como en nuestro país.

Con la salida a la luz de los turbios negocios, el débil gobierno de Temer parece tener sus horas contadas. Pero por obvias razones, también significa un duro revés para el macrismo y su forma de hacer política.