Nadie duda de que el presidente Mauricio Macri eligió visitar a la familia real de Holanda por varios motivos, entre ellos su admiración por el poder de la realeza, el poder económico.

El mandatario fue recibido con beneplácito por su política económica, pero en materia de derechos humanos dejó una imagen vergonzosa, en relación al trabajo que se viene realizando desde hace años con reconocimiento internacional y que ubicaba a la justicia argentina en la vanguardia de condenas por crímenes de lesa humanidad en todo el mundo.

Un comunicado oficial indicó que “antes del almuerzo” junto a los reyes Guillermo y Máxima, presumiblemente en su visita al Parlamento en La Haya, el Presidente pronunció una frase poco feliz: “Hace 15 meses empezamos un proceso en el cual decidimos que no perdamos más tiempo en discutir por qué nos pasó lo que nos pasó”, dijo en alusión a la política de derechos humanos encarada por los Gobiernos de Néstor y Cristina.  

Estas palabras tuvieron como escenario la visita a la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, antes de reunirse con el primer ministro holandés, el liberal Mark Rutte. Macri fue recibido por la presidenta del tribunal, la jueza argentina Silvia Fernández de Gurmendi. 

"Como Corte permanente de último recurso, (La Haya) ejerce un papel clave en los esfuerzos globales en la lucha contra la impunidad de los autores de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra, así como en garantizar justicia a las víctimas, incluyendo la reparación del daño sufrido", dijo Gurmendi.

Según la información reproducida por el sitio Política Argentina, el jefe de Estado expresó que nuestro país “tiene claramente enormes capacidades” pero lamentó que ese potencial “en un momento se nos escapó” como consecuencia de que el país “empleó muchos años en confrontar con su historia”.