Dos días antes del 24 de marzo, mientras el pueblo movilizado en las calles vuelve a repudiar al macrismo, y los docentes sufren una grosera intimidación pública demasiado cercana a una grotesca persecución ideológica (“digan si son kirchneristas”, preguntó en conferencia de prensa la gobernadora María Eugenia Vidal a los maestros en lucha por su salario), la titular de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, aceptó gustosa abrir la “Semana de la Memoria” en la Cámara de Diputados bonaerense. Esto no sería nada si no fuera porque la apertura implicó un solemne acto que la dirigente social compartió con Manuel Mosca, presidente de la Cámara de Diputados; el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Salvador, y el secretario de Derechos Humanos de ese distrito, Santiago Cantón. Sin palabras.


El acto acompañó la firma de un convenio de colaboración y cooperación recíprocas entre la Legislatura y Abuelas. Esto "es histórico, reparador, un mimo y una ganancia enorme para las Abuelas. Nosotros no tenemos ni odio, ni venganza, ni revancha. Sólo queremos Justicia”, coloreó Carlotto. Silencio. El funcionario de gobierno provincial, en tanto, coincidió en que el hecho fue “histórico, no sólo por ser la primera Legislatura en firmar un convenio con Abuelas, sino que es histórico porque es una decisión política que va en línea con el compromiso de María Eugenia Vidal, de trabajar juntos políticas públicas en la promoción de los derechos humanos y de la búsqueda de la verdad, la memoria y la justicia”. 


¿Se pueden promover los derechos humanos y en simultáneo denunciar por sus ideas políticas a los docentes en conflicto? ¿De qué “memoria, verdad y justicia” habla el gobierno bonaerense que emplea viejísimos métodos de delación y soborno para intentar quebrar la lucha gremial de los maestros? ¿Por qué Carlotto calla? ¿A qué “mimos” se refiere? ¿Qué reparador puede resultar la firma de un convenio con el mismo gobierno que hambrea, reprime, persigue, delata, estigmatiza?


En noviembre pasado, el secretario de derechos humanos de la Nación, Claudio Avruj, expresó la línea que guía y estructura el accionar del gobierno en el ítem derechos humanos. Porque a no olvidar, ni confundir: la misma alianza gobernante gestiona los tres distritos más importantes del país: la Nación, la provincia de Buenos Aires, y la Ciudad Autónoma. Por propiedad transitiva, entonces, ¿no está comprendido lo que declara Gómez Centurión en la política de Cantón, por poner un ejemplo? Lo que hace o deja de hacer Macri, ¿no expresa, acaso, lo que decide María Eugenia Vidal en territorio bonaerense? No seamos ingenuos. 


Volvamos. En noviembre último, Avruj dijo claramente: Hebe de Bonafini “no está en el camino de los organismos de derechos humanos". Y agregó: “Es una opción política de oposición y de oposición salvaje". No terminó ahí. El secretario de gobierno nacional diferenció a Hebe de Carlotto, quien “hace  totalmente distinto, su trabajo es impecable, incuestionable y reconocido internacionalmente”. El secretario no se puso colorado en impugnar a Hebe ni siquiera por el hecho de haber trascendido su nombre entre el directorio de una sociedad anónima, con sede en Panamá (un bellísimo país convertido en paraíso fiscal), en la que su esposa, Elisa Alfie, aparece como tesorera. 


En resumen: la línea del gobierno es la misma que fue aplicada en 2001, cuando la Alianza y sus comentaristas en los medios diferenciaban entre piqueteros “dialoguistas” y los “duros”, con pañuelos en el rostro y palos versus los comprensibles y prolijos que dejaban caminos alternativos en las rutas, perversa calificación que sirvió como justificativo para reprimir y asesinar, como hicieron con Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, entre tantos otros que cayeron aquel año. 


La apreciación de Avruj explica el trato diferenciado en el que las tres gestiones de gobierno coinciden: en función de la estima que el gobierno nacional hace de quienes son los “buenos” y los “malos” en la materia derechos humanos, Vidal acuerda con Carlotto y Rodríguez Larreta provoca a las Madres en la Plaza, poniéndoles alrededor de la Pirámide unos armatostes de 150 kilos con base de cemento, para complicarles la marcha en ese sitio político (no turístico) emblemático de nuestro pueblo. Cada uno elige al interlocutor que le resulta más conveniente. A la alianza macrista-radical le resulta óptima Carlotto; al pueblo en lucha, rebelde, enojado como hace años no se lo veía, Hebe.


Desde luego, pertenecer tiene sus privilegios. Pero como decía una canción de los años 80, “yo no me sentaría en tu mesa”. Mientras algunos eligen firmar convenios con las instituciones del Estado en manos del enemigo del pueblo, otros pactan acuerdos con la historia, que no tienen papel y sello a veces, pero saben perdurar mucho más. Vos, ¿de qué lado estás? Yo, con Hebe. Hasta el final.