Parece que Mauricio Macri sospecha que toda la Argentina -los gremios, las empresas y los trabajadores- están complotados en su contra para que al país no le vaya bien, y hasta culpa a "sectores que se resisten" de "no entender" hacia dónde va el "cambio".

Sus declaraciones de este miércoles en Olivos junto al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, lo pintan perfecto: después de una medida de fuerza del gremio de los trenes de carga, el mandatario señaló el reclamo de los trabajadores por 15 compañeros despedidos y el reencuadramiento sindical de otros, como una piedra en el camino, como un palo en la rueda.

La falta de respeto se hace intolerable, mientras el país entero multiplica protestas y manifestaciones -callejeras e internas, en los lugares de trabajo- y el hombre que debería velar por cumplir las promesas que lo colocaron en su rol, no hace más que negar la realidad.