"Con gran tristeza terminamos este año 2016. Las únicas dos funciones que teníamos programadas como cierre de temporada en el Teatro Colón, han sido canceladas. Aún, no sabemos a qué se debe, ni tampoco nos han dado ningún tipo de explicación, así, nos siguen quitando funciones", comienza el duro comunicado en el que los trabajadores del ballet estable del teatro Colón dieron a conocer en los últimos días.

"Sentimos que nos cierran el telón en nuestra propia casa. Hemos sido informados de un título en el Gran Rex y giras, pero que todavía no han sido confirmados. Al respecto tenemos experiencias de este año con promesas de re programación de El lago de los cisnes, por ejemplo, que nunca sucedió como así también una gira a Mar del Plata y otra a Corrientes que fueron canceladas días antes de viajar", continúa el comunicado de los trabajadores.

Además, los bailarines informan que esta situación se repetirá en 2017, donde habrá sólo "cuatro títulos en el Teatro, 22 funciones y una Gala en donde la compañía tendrá escasa participación (en el ballet Margarita y Armando donde siete varones bailarines caminan en el escenario)".

Durante este año, se han reprogramado funciones del ballet estable para acomodar a otros artistas como Al Pacino, Cacho Castaña, que si bien merecen un espacio para sus actuaciones, ese no es presisamente el teatro Colón. Además, se han usado las instalaciones de la ópera de Buenos Aires para la celebración de casamientos, un nuevo invento del Gobierno de la Ciudad, que desprestigia a uno de los mejores teatros del mundo. 

Hace pocos días el teatro se usó para casamientos. Casi 5000 personas que se inscribieron para participar del llamado "casamiento especial" organizado por el área de Participación Ciudadana del gobierno de la ciudad. Además, el miércoles 15 de diciembre, se celebró el “Día del Camionero” gracias a un acuerdo entre el Gobierno porteño y el gremio que conduce Hugo Moyano.

Por último, los trabajadores critican la gestión de Maximiliano Guerra al frente de la diagramación artística del teatro, quien ha levantado obras estables para poner las suyas propias.

"Esta situación se agrava en los casos en que la coreografía es del actual director, donde los ensayistas no pueden tomar decisiones coreográficas, lo que ralentiza y precariza el nivel de calidad de cada ensayo. Es muy frecuente que nos encontremos todos los bailarines mirando un vídeo para aprender y montar la coreografía en la sala, como aconteció por ejemplo en los ensayos de Giselle, en los que la única frase que se escuchaba por parte de los ensayistas del cuerpo de baile era "esto hay que consultarlo con el coreógrafo cuando venga", lo que destaca la falta de compromiso de nuestro director/coreógrafo con la compañía en general y los ensayos en particular", concluyen.