Ahora, las facturas que llegan con fuertes aumentos son las de agua. En las últimas semanas, consorcios, hogares y negocios empezaron a recibir las boletas con incrementos de hasta 375 por ciento.

Debido a los estrictos requisitos fijados por el gobierno, se estima que apenas un 3% de los usuarios tiene hoy una tarifa social. La situación se ve agravada porque la mayoría de los habitantes ni siquiera tiene la posibilidad de reducir su consumo para pagar menos. Según estadísticas de la empresa AySA, nueve de cada diez usuarios de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano no tienen un medidor de agua. Es decir que abonan lo mismo si consumen un litro o diez mil.

Si apenas tienen medidores 273.000 usuarios del total de 2.809.625 a los que AySA les da servicio, ¿cómo se calcula la factura para el resto de los clientes? La respuesta surge de una compleja fórmula que pondera el tipo de vivienda, su superficie y la zona en que se encuentra, entre otros factores. Al no tener medidor, el consumo de agua de la vivienda no es tomado en cuenta para el cálculo.

Aún si la dirección tiene el aparato que registra el consumo, reducir el uso de agua en un hogar puede no ser suficiente para que baje la factura. Muchos edificios reciben la factura de agua a través de su consorcio, que luego se encarga de dividir el monto final e incluirlo en las expensas de cada vivienda. Si sólo una casa hace el esfuerzo de bajar el consumo, es probable que los efectos no se vean reflejados en la cifra final. Es necesario que todo el edificio se sume a la iniciativa.

Héctor Polino, representante legal de Consumidores Libres, cuantificó en promedio en 375% los aumentos en las boletas de agua. Generalmente en los edificios el suministro ingresa por una vía principal a todos los departamentos. Es por ello que la empresa le cobra el consumo al consorcio, que divide el gasto entre todos los dueños y locatarios de acuerdo al porcentual de metros cuadrados. Esto puede provocar, por ejemplo, que un inmueble que estuvo vacío termine abonando más de agua que uno en el cual estuvo viviendo una familia.

"Los aumentos en las tarifas se están notando mucho. En el agua, en la luz, en el gas… La verdad que las subas son muy grandes y las pequeñas correcciones que ha realizado el Gobierno demuestran un grado de improvisación importante. No hicieron audiencias públicas, no llamaron a especialistas y tampoco consultaron a ninguna asociación de consumidores", reflexionó.