La mañana del 8 de febrero de 2017 amanecimos los argentinos con una noticia que a muchos nos resulta obscena: el ejecutivo, a cargo de Mauricio Macri, acordó una quita de 70 mil millones de pesos (98,87 por ciento) en el pago de una deuda que tiene el Grupo Macri con el Estado por el Correo Argentino. El Presidente de la República ese mismo día festejaba su cumpleaños vacacionando en el Chapelco Golf & Resort de San Martín de los Andes, lejos de su despacho en Casa Rosada.

Los mismos que durante los 12 años que gobernó el kirchnerismo, y sobre todo durante la última campaña presidencial, alardearon con los principios de la República, la honestidad de los funcionarios públicos y la transparencia en los negocios del Estado, se ven cada día que pasa desde el 10 de diciembre de 2015 envueltos en escándalos por negociados espurios, escuchas ilegales, aprietes a funcionarios, y escenas de alto contenido mafioso, más cercanas a los vicios del lobby y las formas del sector corporativo que a la política partidaria.

El Estado se ha convertido en el aguantador de quienes por revancha tienen como objetivo final volver a una etapa pre kirchnerista donde los privilegiados de siempre tenían la potestad y la libertad de actuar sin la intervención del Estado, donde existía un hiato, para muchos intocable, entre los ciudadanos y el poder real que permitía resguardarlos de cualquier vestigio de control social. Claro está que para ello cuentan con el apoyo de los sectores corporativos, el mediático y el judicial, que también quieren su revancha luego de una década de democratización.

En esta lucha por restablecer viejos códigos, la batalla principal esta puesta sobre los “Derechos”. Desde hace un año somos testigos diarios de una opinión pública que ha vuelto a discutir sobre libertades individuales, y no ya sobre nuevas conquistas o avances en materia de inclusión social. Pasamos de un período de “democratización” y ampliación de derechos, a una etapa de “normalización” y deterioro constante de las garantías democráticas. El Estado pasó de pensar un derecho como piso mínimo  para todos por igual desde donde lograr nuevas conquistas sociales, a establecer un techo de libertades a las que solo pueden acceder quienes tiene los recursos.

Eduardo Rinesi escribe en un artículo denominado "De la democracia a la democratización” que "la transformación de los privilegios en derechos es desesperante para los privilegiados, porque diluye su propia condición de tales, sin la cual ya no saben bien que son”, y agrega que la reacción de estos sectores no es tanto por “el cálculo económico de los costos y los beneficios”, teniendo en cuenta que durante el gobierno anterior siguieron enriqueciéndose, sino el rechazo visceral al espíritu igualitarismo .

A partir de la aplicación de múltiples programas económicos y sociales durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, la clase media  argentina pasó del 15% de la población total en 2001, a 32,5% en 2011, lo cual significó un crecimiento de 117% en diez años. Para 2015 según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el 54,5% de los hogares argentinos ya eran de clase media, y con esa cifra Argentina se ubicaba segundo en el ranking regional después de Uruguay con el 55,8% de sus hogares.

Una referencia más significativa es el Coeficiente de Gini, un índice que mide la desigualdad, es decir la brecha que existe entre los sectores más ricos y más pobres de la población. Durante el kirchnerismo dicho coeficiente pasó de 46 a casi 42, punto que señala el  índice más bajo en materia de desigualdad desde la vuelta a la democracia (indicador de una fuerte distribución progresiva del ingreso).

Justamente el crecimiento de la clase media tiene que ver con la recuperación de vastos sectores que fueron perjudicados durante las décadas anteriores, y el acceso a más y mejores bienes y servicios que históricamente pertenecieron a las clases privilegiadas: la casa propia, el auto, viajes al exterior, electrodomésticos,  vacaciones, descanso, acceso a la educación universitaria, y el acceso a bienes culturales. El proceso de democratización implicó un movimiento permanente de profundización y expansión de las conquistas sociales, no de las libertades individuales (que dejaron de ser un tema de discusión pues gozaron de plenitud).

La famosa batalla cultural se trató de la necesidad de desnaturalizar ciertas verdades instaladas en un imaginario social perverso basado en la meritocracia y el individualismo: se trata de Derechos que el estado debe garantizar y no de privilegios para unos pocos. Pues a diferencia de lo que sucede con los privilegios, los Derechos son universales o no son.

"¿Qué es esto de universidades por todos lados? Basta de esta locura”, dijo Mauricio Macri durante la campaña en el marco de una conferencia en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA . “Le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior”, expresó Gonzalez Fraga, actual director del Banco Nación, en diálogo con radio La Red. Mientras tanto el ministro de Energía Juan José Aranguren orienta a la población con una "guía para bajar el consumo eléctrico en los hogares”.

En pocos meses con la llegada de Macri según un estudio del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), la desigualdad medida por Gini se incrementó entre un 4 y un 8% dependiendo  sí se toma el Ingreso per cápita familiar (IPCF), o el Ingreso por ocupación principal (IOP). La Universidad Católica Argentina (UCA) en mayo del año pasado advirtió que el incremento de la pobreza había sido 5,5 puntos en relación a fines de 2015. Asimismo entre enero y marzo de 2016 la indigencia, que venía con la tendencia a la baja desde 2011, pasó del 5,3 al 6,9 por ciento, lo que representa una suba de 1,6 puntos.

 Pierre Bourdieu utiliza el concepto de Distinción para señalar la forma en que los sujetos se diferencian y logran expresar su posición dentro del espacio social. Las prácticas distintivas funcionan como esquemas clasificatorios e indicadores de clase. Si esa distinción desaparece, si esa diferencia se achica cada día más, se va quebrando la lógica y los modos de reproducción de un orden social desigual. La misión del actual gobierno es reconstruir las bases de aquel orden segregacionista basado en la Diferencia, y frenar la avanzada de ese "cóctel explosivo y siniestro” que puso en riesgo sus privilegios.