Sin dudas la gobernadora María Eugenia Vidal tiene una capacidad. Porque puede decir las cosas más terribles sin que los periodistas que la entrevistas le hagan una sola repregunta. 

El caso del secuestro y tortura de la maestra Corina de Bonis en el municipio de Moreno es probablemente uno de los hechos más graves que han sucedido desde la vuelta de la democracia.

Y si bien la mandataria local dijo que se trata de un hecho grave y habló de que se pasó "un límite", al miemos tiempo lo comparó con las llamadas telefónicas de amenazas de bomba en colegios. Dos hechos que no son comparables, salvo que se tenga una intencionalidad política clara. 

"Hablé con el ministro de Seguridad, de Salud y de Educación, que ya había hablado con Baradel. Me solidarizo con Corina, queremos saber quiénes fueron los que le hicieron esto", dijo Vidal entrevistada solementente con Del Moro.

"Esto marca un límite, como también lo marca que en Berisso no haya habido clases durante una semana porque hubo amenazas de bomba. Lo que pasó hoy (el sucuestro de la docente) fue un delito, como lo de la amenaza de bomba", comparó.

Este tipo de comparaciones lo que busca es, de manera sutil, justificar la agresión de 'un lado' porque 'del otro' también se cometen 'delitos'. Vale recordar que la tortura es un delito de Lessa Humanidad, es incomparable con levantar un teléfono y dar información falsa. 

Esta nota no busca dar a entender que detrás del secuestro a Corina está el Estado, eso lo debe investigar la Justicia. Pero sí poner el foco en la gravedad de que desde el Gobierno se dé a entendender que hay dos bandos y que mientras unos hacen amenazas de bomba, otros secuestran. Esta historia ya la conocemos, que no se repita.