La imagen es circense. Remite a la infancia de aquellos que nos asomamos a los 40 y alguna vez asistimos a un “Circo Chino”. Una de las atracciones de ese espectáculo era ver como uno de los hombres de la troupe iba colocando palitos en el piso y hacia girar platos sobre ellos. Claro que a medida que se agregaban más platos y más palos la tarea era más compleja. Así el artista  terminaba corriendo de una punta a la otra procurando que ningún plato dejara de girar y que ninguno se cayera. Está claro que  en la realidad argentina el que corre de punta a punta es el gobierno y lo que tambalea son los acuerdos con los gobernadores, la mayoría parlamentaria, la imagen del gobierno, la inflación, las tasas, el precio del dólar y la economía en general, entre otras cuestiones.

El mentado segundo semestre está a la vuelta de la esquina y la lluvia de inversiones extranjeras que, según prometió el presidente Mauricio Macri, revitalizará la economía argentina aun no asoma en el horizonte. La inflación por ahora sigue siendo indomable para el equipo económico y ya supera el 40%. A fuerza de una tasa alta el PRO intenta sacar billetes de circulación y el precio es un dólar por debajo de los 15 pesos despreciado por los exportadores.

Con tasas altas la timba financiera es la estrella - más allá de secar la plaza de billetes-, espanta a las inversiones productivas y mantiene el dólar planchado. El equilibrio es complicado. La posibilidad de bajar las tasas trae como consecuencia un dólar más caso con el consecuente aumento del valor de la divisa y su traslado a precios.

Si bien desde el PRO nunca creyeron que las inversiones llegarían en el segundo semestre – sólo se trató de una estrategia de comunicación- y siempre apostaron al 2017, ahora la llegada de divisas aparece como  más lejana.

La desesperación por conseguir inversiones se empieza a notar. El pedido de disculpas por parte del ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, ante empresarios españoles no hace más que poner eso de manifiesto.

En el mismo sentido se puede leer el ruego de la Canciller argentina, Susana Malcorra, ante la central de empresarios francesa en la que pidió poner “fechas y plazos” para las inversiones.

Por ahora los esfuerzos de Macri son en vano. Más allá de haber recibido a siete jefes de Estado en Buenos Aires, de visitar al menos cuatro países y sentarse en  el Foro de Davos los resultados no se ven.  De aquí hasta septiembre el Presidente, con el mismo objetivo,  irá a un foro económico latinoamericano en Colombia, a la Unión Europea en Bruselas, a la Alemania de Merkel, a la reunión de países de la Alianza del Pacífico en Chile, a la ONU y a la cumbre del G20 en China.

Lo cierto es que  más allá del apuro del Ejecutivo y su agenda destinada a conseguir dinero productivo ninguno de los embajadores argentinos en los países centrales asegura que las inversiones llegarán y menos que lo harán antes de las elecciones de medio término que se llevarán a cabo el año que viene.  

El futuro electoral no es algo menor para el gobierno de Macri que ya mide candidatos en CABA y la provincia de Buenos Aires y por ahora los números no le dan bien. La intención de jugar a Elisa Carrió como candidata a Senadora por la provincia de Buenos Aires es  una opción que todavía está firme aunque se comienza a desvanecer por la imposibilidad de Carrió de superar en las encuestas el 8% de intención  de voto. En su distrito más fuerte, la Ciudad de Buenos Aires, el PRO parece estar dispuesto a jugar a su jefe de Gabinete, Marcos Peña, como cabeza de lista.

Desde algún sector del PRO ven la candidatura de Marcos Peña como una manera elegante de terminar con la interna que el Jefe de Gabinete mantiene con el ministro del Interior Rogelio Frigerio y con el titular de la Cámara Baja, Emilio Monzó quienes aspiran a manejar la política del gobierno sin la intromisión de Peña. La candidatura de Peña dejaría libre el camino para que Frigerio ocupe la jefatura de Gabinete.

En tanto, los gobernadores, más allá de fotos de ocasión comienzan a evaluar su armado electoral. Si bien el acuerdo con los Fondos Buitres permitió que las provincias pudieran salir a tomar deuda en el exterior.   La tasa que pagan es del  8%. Así los números no cierran. El endeudamiento a tasas altas para pagar gastos corrientes termina de la peor manera y los gobernadores lo saben. Por eso las negociaciones con Frigerio cada vez son más duras y sin la llegada de las inversiones prometidas las alianzas electorales en cada provincia quedan al mejor postor.

En ese marco debe leerse la catarata de promesas realizadas en los últimos días por los distintos funcionarios del PRO a los gobernadores. La búsqueda es clara: Fortalecer acuerdos a futuro y lograr reconstruir la mayoría parlamentaria perdida a la hora de votar la ley antidespidos.

Para saber si el PRO recuperó su poder parlamentario habrá que mirar lo que suceda con la ley ómnibus que incluye el blanqueo de capitales y el pago de las sentencias a los jubilados. El proyecto enviado al Congreso hace ruido hacia adentro y hacia fuera.  Ya no son pocos los radicales que cuestionan la conducción del cordobés Mario Negri y la orden de acompañar al blanqueo hizo crecer la tensión dentro del bloque.

Pero la prueba de fuego será en el momento en que se pongan en discusión los dos ministros propuestos para la Corte Suprema de Justicia. Si el PRO lograr saldar esa deuda que ya lleva seis meses dará una muestra de fortaleza política de cara a lo que queda del años. El tiempo dirá.