Ricardo Coler es un explorador de conductas sociales atípicas. Y de las típicas también. Es además escritor, periodista, médico y fotógrafo. Sus crónicas acerca de las disímiles maneras en la que los hombres y las mujeres o las mujeres y los hombres se estructuran y piensan y buscan realizarse en la vida lo llevó a cientos de sitios de aquí, allá y todas partes, con dioses y geografías bien distintas, pero con algo en común. Experiencias que a los que decidimos conocer Colonia o, como mucho, Río de Janeiro, nos proclaman sedentarios. Por suerte están sus crónicas, que nos hacen viajar sin salir del sillón, que para la aventura hay que haber nacido con un algo especial.

Su nuevo libro, Hombres de Muchas Mujeres, entre la poligamia y la infidelidad, cómo es vivir con más de una esposa, Planeta, 2015, es un ejercicio de observación y de charla amena mediante el cual Coler logra convencer a polígamos de varias zonas de África, Brasil y Estados Unidos de abrirse a contar su vida, particular, para nosotros; natural, para ellos. Y lo obtiene porque no juzga, busca entender, no viaja miles de kilómetros a los lugares más insólitos para terminar diciéndole pervertido al otro, si no escucharlo, ponerse en su lugar, comprenderlo. Es más el relato de un cronista que el de un sociólogo. No hay datos, estadísticas, notas al pie, cita de las naciones unidas, relevamientos, cifras, comparaciones, hay sí detalles, diálogos, notas de color, descripciones y figuras retóricas. Es además, Coler, un escritor maravilloso, agudo e inteligente.

Antes que los políticamente correctos salgan a defenestrar a Coler por patriarcal, misógino o machista, es interesante agregarle que dos de sus libros anteriores tienen como norte su contracara: El Reino de las Mujeres, el último matriarcado, y su obra penúltima Mujeres de Muchos Hombres, una mujer y su harem de varones, en los que también se asoma a lo exótico, sin juzgar, aunque reflexione, por lo general, centrado en sí están conformes, a gusto, cómodas. Buscando entrever si ese sistema es acaso mejor que el que tenemos nosotros, o no. Pero también se ocupó de otras cosas: de una mujer divina en la tierra, una diosa de carne y hueso, viva, entre nosotros, cómo es ser ella; y en otro libro se empeñó en conversar con personas tan longevas que alcanzan los 120 años, y el cómo es vivir (casi) para siempre; u otro libro que se ocupa de la felicidad, ese valor, al que desestima como tan trascendente, Coler, como obligatorio, ¿se puede ser ‘feliz’ sin ser feliz acaso? Lean su obra.

En Hombres de Muchas Mujeres viajamos a páramos tropicales africanos y a desiertos tecnológicos en Utah, donde el común denominador es que el macho alfa proveedor tiene dos o más mujeres. Algunos sindicados por Dios, los mormones, otros, por la sociedad, o los últimos, en Porto Alegre, por convicción, explicados desde las ciencias sociales y el hedonismo. Coler asiste a cada destino con sus dudas, su capacidad de escucha, sus preguntas oportunas, y luego traduce todo eso en una síntesis que se parece más a la literatura que al ejercicio periodístico.

No hay enseñanzas, hay algunas reflexiones, algunas experiencias poligámicas son más sanas que otras, algunas son sanísimas, y otras mega perversas, en cualquier caso también las experiencias monogámicas traen la bifurcación posible que media la inteligencia intrapersonal.

Como animales occidentales somos antinaturalmente monogámicos para organizarnos socialmente, por eso no deja de sorprender cómo otras culturas tienen concepciones tan distintas del amor y la planificación familiar. Para un polígamo la comedia romántica no tiene sentido. Para ellos Julia Roberts y Hugh Grant son sólo dos buenos actores. Para un polígamo Notting Hill es lo que para nosotros Zululand.