Cuando Carlos ´Chino´ Zannini se sumó a la fórmula junto a Daniel Scioli, y Florencio Randazzo se bajó de la interna, o entendió que lo impulsaban a bajarse, y se allanó así la formula única para las PASO, entendimos que Cristina Fernández de Kirchner elegía ganar. Me cuento entre los que siempre entendimos que CFK en tanto dirigente peronista iba a asumir la responsabilidad de llevar un formula competitiva. Y los otros precandidatos a presidente nunca lograron romper el techo del conocimiento o de la intención de voto

Sucede que dentro del espacio llamado kirchnerista conviven a grandes rasgos dos colectivos. El peronismo, llamado despectivamente PJ, o el andamiaje electoral en el que se recostó Néstor y CFK para ganar elecciones, compuesto por gobernadores e intendentes, principalmente. Que se inscriben dentro del Frente de la Victoria, sin renegar, obviamente, de su liturgia y su pertenencia peronista. Y una suma de apoyos, adquiridos especialmente tras la 125, que representa una corriente de izquierda nacional no peronista, que encontró en el FPV un espacio de contención a sus históricas batallas. Intelectuales, dirigente políticos de otras fuerzas, artistas, periodistas, académicos, gente de a pie, que consolidó el núcleo ideológico, en la defensa mediática, y civil, de proyecto nacional y popular. Este último grupo claramente veía en Randazzo, pero también en Urribarri, Aníbal, Taiana, Rossi, y hasta en Domínguez, una mejor opción. Para este importante segmento, la figura de Carlos Zannini resulta meridional para conservar el colectivo. El citado primer grupo claramente ya tenía su candidato: Scioli, primus inter pares, entre los gobernadores, y diario trajinador de intendencias de toda Buenos Aires.

Lo dije varias veces, incluso en este portal, que yo no observaba tantas diferencias entre Daniel Scioli y los demás precandidatos y que el principal cariz estaba dado en el modo, en la manera, en el estilo, en la forma de encarar el liderazgo. Scioli cuando toma una medida no la dota de una retórica que eleve la decisión a la discusión pública. La toma y ya. Él mismo se encargó de enumerar en estos días la variedad de medidas contra distintas corporaciones y la manera subterránea en la que se dieron a conocer. No precisó de la discusión pública porque se siente más cómodo recostándose en el discurso de la unidad, del debate, del consenso, de la tolerancia, del diálogo. Esa es la principal diferencia, más, si se quiere, otra mirada sobre la cultura popular, el llamado despectivamente “pimpinelismo”. Lucía y Joaquín, más Valeria, Nacha, Cacho, y Pasión de Sábado. Un estilo de conducción demoledor electoralmente, por otra parte, siendo que sólo perdió, si no recuerdo mal, una elección, la testimonial de 2009, como segundo de Néstor, inmediatamente sobre Massa. Otra argentina. ¿Otra Argentina?

Vemos entonces como la característica que más se le critica a Scioli, la de decir poco y tener un discurso poco confrontativo, es precisamente su fortaleza. Si es que Scioli logra ganar es porque logra sumar un conjunto de argentinos que esperan una administración más, dicho mal y pronto, light, menos ideológica.

Se le critica por ejemplo a Scioli que vaya a lo de Mirtha Legrand –Scioli en 678: “sostengo que hay que ir a todos lados”- pero no se aprecia que, por ejemplo, Mirtha evalúa votar a Scioli. Cuantos cientos de Mirthas que no comulgan con el kirchnerismo votarían por Scioli, ensanchando la torta de votantes del FPV para arañar el 45 que permita ganar a esa fuerza en primera vuelta. Bueno, lo cierto es que al 25/30 que el kirchnerismo tiene cautivo en cualquier elección Daniel Scioli espera sumarle, cazar, un 20, un 15 más. Y esos millones de argentinos están viendo otras pantallas, accediendo a la política de otra manera, con otros intereses. Y un precandidato a presidente que ansía la victoria tiene que encontrarlos y hablarles y tranquilizarlos y convencerlos de que le confíen el voto.

No me voy a entretener suponiendo cómo será un gobierno futuro de Scioli, porque es un incógnita, pero entiendo que sostendrá la columna vertebral que recibirá del kirchnerismo y le pondrá su cariz y buscará nuevos desafíos, buscando un equilibrio entre lo que hereda y la natural necesidad de destacar su sello de conducción. De cualquier manera para seguir con un proceso de transformación primero hay que ganar, y Cristina, la política más decisiva de los últimos tiempos en la República Argentina, entendió que Scioli era el mejor hombre en el FPV con la capacidad de obtener la victoria.