El miércoles en el tercer piso de 42nd.St. y Madison Ave., con proverbial cortesía, el pelirrojo me dijo: “Estamos muy entusiasmados con el presidente Macri, pero parecería que aun no están dadas las condiciones para prometer inversiones en la Argentina”.

Aunque me consultan académicamente, respondí consultas políticas y económicas con optimismo… “primero la patria”.

Su pregunta inicial fue: ¿Es popular el presidente Macri? – La segunda: ¿Puede ganar las elecciones de medio tiempo?- La tercera: ¿Qué puede pasar si pierde?-. El Dr. LG, es Senior Research Manager Legal, Economic & Regulatory Affairs de la consultora XX…  (Entre sus clientes incluye empresas e instituciones financieras de las Fortune 500). Yo pensé, los argentinos parecemos envueltos en la noción pirrónica (los primeros escépticos, atenienses-unos 300 años a.C). Ellos pensaban: “Es mejor no embarcarse en la búsqueda de la verdad porque eso solo puede ocasionar desdichas”.

Unas cuantas cuadrillas de expertos argentinos antecesores y actuales, han mostrado un instinto económico atravesado. Utilizando el lenguaje macroeconómico, “un agregado” de economistas entregados a una mentalidad reprobada por sus propios resultados, persiste constreñida dentro de su propio adiestramiento dogmático. Claramente esta clase de economistas, aunque no se entere, nunca estudió, sino que fue adiestrado. Estudiar es investigar, pensar en forma critica, reflexionar y buscar soluciones nuevas que aporten a la ciencia, fuera de la bibliografía obligatoria.

Rodrigazo, “tablita cambiaria de Martínez de Hoz, Sigautazo: “el que apuesta al dólar pierde”, dos hiperinflaciones de Alfonsín y Menem y, crisis de la Convertibilidad de De la Rua-Cavallo, en solo 25 años. Todas las crisis mencionadas tienen poco más o menos tipologías desequilibradas coincidentes.

El consenso de economistas amigos del gobierno está estimando una caída de 2.5% del PBI, como yo sostuve desde que conocí el plan de Prat Gay en Diciembre de 2015, cuando ellos lo negaban (incluyendo economistas de Massa que ahora reaccionan con “delay”).

Transcurrido el primer año de mandato, se ha retrocedido para convertir a la Argentina en un país peor, aun antes que se hayan asestado las reformas estructurales que han de encararse luego de las elecciones de 2017.  

Estos expertos provocaron varios terremotos innecesarios generando una llamarada inflacionaria y una caída del nivel de actividad que podría compararse con un auto que venía a 40 Km. x hora por la derecha, y mete la “marcha atrás” a 120 Km. x hora; y encima de contramano.

Estamos cerrando 2016 con una caída del PBI de 2.5%, una inflación de más de 40% y persistente salida de divisas en lugar de “lluvia de dólares”. La inflación se comió la mejora de la competitividad buscada con la violenta devaluación de fin de 2015, el déficit primario terminará aumentando muy por encima del que dejó “el marxista de Kicillof”. Parecería que Prat Gay no sabe, independientemente de su salto de alegría cuando arregló con los fondos buitres, no calza muchos puntos, no domina la macroeconomía. La estrategia macroeconómica de Prat Gay consiste en generar un profundo orificio fiscal, financiado con endeudamiento externo a altas tasas de interés, súmele apreciación del peso-atraso del tipo de cambio real- letra y música de Martínez de Hoz-que puede terminar en otra nueva y fuerte devaluación en algún momento.

Se encarece el costo de financiamiento post Cristina, habiéndole pagado a los fondos buitres y consumando  todas las genuflexiones posibles. El BCRA tienen que emitir para financiar al Tesoro como en la era Kicillof, y para comprar dólares como en la era Lavagna, aunque la demanda de dinero no coincide con todos los pesos que el BCRA ofrece-emite. Según la escuela de pensamiento que guía a este gobierno esto es “incuestionablemente” inflacionario, lo hemos escuchado hasta el hartazgo. En ese entendimiento, el BCRA está obligado a absorber los pesos excedentes, y la esterilización de dinero ha resultado muy costosa, generando un nuevo déficit (el cuasi fiscal).

La agenda económica de principios de año era reactivar la economía mediante la inversión y un fuerte aumento de las exportaciones, pero eso no sucedió ni sucede.

En este marco teórico económico, sin reformas estructurales la inversión no llega y, este es el dilema político-económico: “Recesión y conflicto social inmediato  o reactivación e hiperinflación con posterior peligro nacional”. Es enfoque doctrinario de los protagonistas del propio gobierno dice que sin inversión es difícil lograr la reactivación, pero para obtener la inversión hay que bajar drásticamente el gasto público…

Hoy la Argentina invierte poco mas de 15 puntos a PBI, la inversión pública representa solo 4% a PBI, y la inversión privada equivale a 11% del PBI; siendo la sumatoria muy inferior al promedio regional de 18.8%, y estando muy por debajo del 23/24% que con otra composición logró por muchos años el “pésimo gobierno anterior”-según dicen-. La amalgama de política económica lleva a una sobrevaluación del peso, lo cual desalienta la inversión que se desea obtener. No se ha avanzado con medidas que ayuden a que “baje el piso y no nos estrelle contra el techo” (aludiendo a la publicidad de Martínez de Hoz), tales como flexibilizar la legislación laboral (alusión a la Banelco) o desregular para eliminar los sobrecostos (bucle Menemista) que existen aun en muchas solicitudes de apertura como consecuencia de la protección arancelaria “a medio camino”. Eso si, se ha avanzado mucho en reducir la carga tributaria de la minería y el complejo sojero, generando desfinanciamiento del Estado.

Por un lado la incertidumbre no mengua (sube el riesgo país, por arriba que con Kicillof al final del mandato) porque NO hay señales de bajar el déficit fiscal con semejante nueva carga de intereses y; por otra parte, el desempleo, la pobreza y la caída del salario crecen.

La infraestructura en materia de autopistas, vías de trenes, puertos y otros espejismos, son compromisos pendientes. “Cambiemos”, con el esquema discursivo y el regreso a la mala praxis, no puede traer ningún cambio. Esto es “menos de lo mismo”. Parafraseando a Saussure: “El agua se compone de hidrógeno y oxígeno, pero ninguno de estos elementos tiene las propiedades del agua”. Hay una gran diferencia entre los signos lingüísticos del gobierno y lo que se ve desde los Estados Unidos de Norte America.