Alfonso  Prat- Gay nunca imaginó que su pedido de disculpas a los empresarios españoles, varios de los cuales saquearon a la Argentina, como Gerardo Díaz Ferrán y Antonio Mata,  huéspedes en las cárceles españolas, produciría por el efecto imitación una avalancha de arrepentimientos en el mismo sentido, que conmueven al planeta. Por razones de espacio y síntesis, sólo transcribiré algunos, muy ilustrativos de las consecuencias que su sinceramiento ha producido, y dado inmediatamente al nacimiento a una corriente filosófica, con raíces sociológicas e interpretaciones psicológicas que algunos críticos apresurados ya denominan “alfonsonismo”, que por su cercanía cacofónica con el alfonsinismo, seduce a los radicales, precisamente  aquellos que lo han olvidado hasta llegar a negarlo y hasta preferir olvidarlo. Gigantescas manifestaciones con las fotos del Ministro de Hacienda del gobierno de Mauricio Macri se exteriorizan en los lugares más remotos del planeta. Algunos pensadores sostienen que es un pensamiento más sólido que el estructuralismo, el surrealismo, el monetarismo, el marxismo o el neoliberalismo. Y eso nació en la Argentina, lo que exalta el orgullo nacional. Vamos entonces con los ejemplos concretos: Los descendientes de los mayas, aztecas e incas les piden disculpas a los mal llamados colonizadores españoles que fueron atacados por sus antepasados desconociendo que en las alforjas de sus caballos traían la civilización. La resistencia incomprensible de los bárbaros llevó a que los  ibéricos  tuvieran que recurrir a métodos drásticos de educación que tuvo como daño colateral involuntario unos setenta millones de muertos. Fray Bartolomé de las Casas debe ser estigmatizado al no haber comprendido la magnitud de la gesta civilizadora y Pablo Neruda desmentido cuando escribió en forma arbitraria y sesgada: “enarbolando  a Cristo con su cruz/ los garrotazos fueron argumentos/ tan poderosos que los indios vivos/ se convirtieron en cristianos muertos”

Los negros norteamericanos claman porque sus amos blancos acepten las disculpas de haberlos acusados de segregación y haber realizado gigantescas marchas a las que los indujo el subversivo de Martín Luther King. Hacen votos para seguir siendo amados por el Ku- Klux- Klan, y reiteran una vez más que su gran tragedia comenzó cuando el Sur perdió la guerra de Secesión.   

Los judíos hacen un acto de contrición y solicitan de rodillas ser perdonados porque todas las imputaciones formuladas contra el nazismo fueron falsas y  los seis millones de judíos muertos fueron una prueba a la que se prestaron voluntariamente, inscriptos en un plan llamado de  “muerte digna”

Los armenios se arrepienten y piden disculpas a los turcos por haber imaginado desaprensiva e injustamente que los mismos perpetraron un genocidio, cuando eran típicos casos de eutanasia.

Los vietnamitas adhieren fervorosamente al “alfonsinismo” y piden infinitas disculpas por haber derrotado equivocadamente, primero a los franceses que traían los principios de libertad, igualdad y fraternidad en sus mochilas, y a los norteamericanos que les arrojaron sobre su territorio más bombas que las que los aliados hicieron caer sobre Europa durante la segunda guerra mundial. Ahora han llegado a entender lo que no comprendieron oportunamente: eran un intento claro de amistad  a la que los norteamericanos debieron recurrir por incomprensión idiomática, ocasionando los daños colaterales involuntarios que no desmerecen tan nobles objetivos.

Los palestinos piden disculpas por intentar equivocadamente tener un Estado y agradecen emocionados a todos los que se han unido para hacerles conocer las delicias de la pobreza y las enormes ventajas del hacinamiento y la dependencia.

Los pueblos originarios de la Argentina piden disculpas por los exabruptos y falsedades que en su nombre ha escrito Osvaldo Bayer y solicitan que en cada pueblo se levanten estatuas en homenaje a Julio Argentino Roca.

Los sobrevivientes del mal llamado terrorismo de estado en la Argentina, piden disculpas por la campaña anti argentina  de la que formaron parte y declaran que la ESMA era en realidad un SPA, que La Perla era un hotel cinco estrellas con aguas termales, y Campo de Mayo la versión militar de Disney. Si esto sucedía en los tres  principales complejos, mal llamados intencionadamente Campos de Concentración, se puede suponer fundadamente que otro tanto sucedía en los más de 400 emprendimientos similares.

Los negros sudafricanos piden disculpas por haber abandonado el apartheid y modestamente  solicitan volver a aquellos maravillosos días de los que los despojó maliciosamente el presidiario justamente encarcelado durante veintisiete años llamado Nelson Mandela.                    

Los Castros se arrepienten, esperando que no sea demasiado tarde, de haber rechazado la invasión de ayuda y colaboración de Playa Girón o Bahía Cochinos. Incluso extienden las disculpas por la denominación peyorativa del lugar de desembarco liberador que no fue denominado así para esbozar la menor crítica a los que emprendían tan loable tarea.

Los húngaros y polacos piden ser perdonados por haberse opuesto con las armas en la mano a las invasiones de la desaparecida Unión Soviética y los iraquíes agradecen a la familia Bush ( padre e hijo) por su preocupación constante por la suerte de ese país al punto que lo visitaron dos veces con un despliegue nunca visto de fuegos artificiales.

En Ruanda, donde los hutus exterminaron a garrotazos al 75% de la población tutsi, muy parecido a lo que hicieron los ejércitos de la triple alianza con los paraguayos, estos últimos, los tutsis, se han arrepentido y le solicitan a los que hasta ahora consideraban sus asesinos que no comprendieron su método didáctico que responde al axioma: “la letra a garrotazo entra”. Los muertos fueron efectos no deseados. 

En estos precisos momentos una discusión acalorada divide al Japón: los revisionistas alfonsonistas sostienen que las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima ( 140.000 muertos), el 6 de agosto de 1945, y tres días más tarde  sobre Nagasaki ( 80.000 muertos) fue una prueba concertada entre bombardeador y bombardeado como un experimento científico sobre los efectos de la radiación sobre la vida y que ha llegado el momento de pedir disculpas por las condenas injustas que recibieron los norteamericanos.

Mauricio Macri alienta a su Ministro de Hacienda y se pone a la cabeza del alfonsonismo: pide disculpas a los ingleses por las quemaduras infringidas a las tropas libertarias inglesas en 1806 y 1807. Fruto del populismo extremo que nos ha llevado a la decadencia y el atraso, volvimos a cometer las mismas torpezas ante las nuevas muestras de afecto que nos prodigaron en 1838 y 1845.

En cambio nos comportamos en el sentido liberal y civilizador cuando fuimos merecidamente derrotados en 1982. Como justo resarcimiento, pagaremos nuevamente el préstamo cancelado a fines del siglo XIX con la Baring Brothers, de la misma forma que lo hemos hecho con los holdouts, que nacionalistas trasnochados insisten en denominar fondos buitres y que obstinadamente se negaban a devolverles sus filantrópicos dineros.

Siguen llegando infinidad de nuevas expresiones del alfonsinismo Pero las indicadas parecen suficientes.  No sólo entramos al mundo sino que nuestra presencia no pasa desapercibida.

Basta de fórmulas vetustas y obsoletas como liberación o dependencia. Lo nuevo es populismo o alfonsinismo. Y hemos optado inteligentemente por el alfonsonismo. Creemos en el mundo y el mundo nos cree. En agradecimiento entregamos a este mundo igualitario y justo nuestra concepción filosófica: el alfonsonismo. Y si nos equivocamos, porque somos humanos, es bueno que no tengan dudas: PEDIR DISCULPAS ES PRO