Lo que vale es el voto que no tiene costuras. El que no requiere dar puntadas con o sin hilo; que no exige del votante dudar entre uno y otro ni andar mirando de reojo quien se baja y quien se sube y quién zigzaguea o quien cambia de rumbo, o se sale del camino. Y ese voto sin costuras, sin pliegues ni zurcidos ; y sin álgebra, cálculos, teoremas, ni geometría de Euclides. Y sin debate vano y de claque decorativa es el del Frente para la Victoria. Voto liso, sin torcimientos ni bandeadas. Con sentir y pensamiento. Legitimado por la marca de fábrica, por la sagrada fuente peronista y su corriente progresista, justicialista, trabajadora y militante. Unidad votadora sin dubitaciones, ni herejías sin fe. Fidedigna y verosímil.

La túnica de Cristo es “inconsútil”. Y no pudo ser saqueada ni descosida por los mercenarios que querían repartírsela por trozos. Túnica entera, de una sola pieza, con la abertura para acomodar bien la cabeza y las aberturas para los brazos y los pies. Sabemos donde está la cabeza y dónde deben afirmarse los pies. Y para qué sirve cada cosa armoniosamente. Lo vertical no nos quita lo valiente. Ni lo pensante. Ni lo crítico.

El voto a que aludo es nacional y popular. No es útil, inútil, ni fútil. Es inconsútil. Y por eso es  sagrado.