A las chicas trans la policía las viola reiteradas veces. Les ponen droga y se las llevan presas. Y en la cárcel de nuevo, violación y golpes. Muere una mujer cada treinta horas por violencia de machista y a cada ratito, ahora tal vez y seguramente, una mujer este siendo golpeada sin poder siquiera defenderse, porque no se anima. Porque no sabe cómo. Porque no conoce sus derechos. Cortes, tiradas de pelo, violencia psicológica, empujones, órdenes, piñas, samarreos, desvalorización, esclavitud, dolores, sumisión, discriminación, angustia, llanto, impotencia.

Pero el debate gira en torno a pintar paredes.

No importa todo lo que nos pasa. No importa el poder de miles de mujeres que gritan basta, que viajan cientos de quilómetros para educarse y aprehender una manera más sana y justa de ver e interactuar con el mundo. A los medios no les importó, otra vez, nada de todo eso. Salvo cuando sucedieron disturbios y pudieron obtener ese toque de morbo asqueroso que los vuelve oportunistas.

Al parecer un grupito bardeó en la Catedral, Catedral a la que marchábamos para exigirle a la Iglesia que se quite del medio entre nuestro cuerpo y nuestros derechos. Estábamos por entrar y ya escuchábamos represión. Nos encapuchamos y caminamos decididas, pero apenas pisamos, dos bombazos nos avisaron que la cosa se iba a poner muy fea. Nos fuimos. Asustadas y preocupadas corrimos por la calle después de seis horas de marcha, entre cánticos graciosos, tetas y sororidad.

Medios, Policía e Iglesia, tres pilares fundamentales (pero no suficientes) para sesgar información, para retroceder, para no obtener derechos nuevos. Para que las mujeres no se den cuenta de que en realidad no son ellas las culpables, no son ellas las que deben. No somos nosotras el problema.

En Rosario fuimos más de noventa mil, aunque se esperaban setenta y no se saben los números oficiales. Y es que parece que dos años de #NiUnaMenos despertaron a muchas más chicas de las que nos imaginamos, aunque siempre, desde hace 31, el número no para de crecer. Rosario es una ciudad muy grande así que esas cien mil se sintieron juntas en los talleres y en la marcha. Con el poder que implican cien mil voces cantando lo mismo. Cien mil personas que, a pesar de las diferencias ideológicas, marchan por una sola causa en común: la equidad.

Estos tres días culminan en una marcha multitudinaria, pero vienen de dos jornadas de 69 talleres importantísimos. Hay muchas maneras de abordar un viaje así desde lo periodístico, pero en términos de importancia voy a destacar que los talleres de personas trans, aborto y trabajo sexual fueron de los más concurridos. Tres temas y tres tópicos que tienen una característica en particular, en los tres se vulneran y mueren mujeres (casi siempre pobres) porque el Estado las margina.

Aprender, escuchar y entender que en la oscuridad los cuerpos de las mujeres son maniatados y desprotegidos, entender que las putas quieren y necesitan ser dueñas de su propio cuerpo, poder trabajar con derechos, con obra social, con visibilidad. El Estado es esa luz que tanto necesitan estas tres temáticas para terminar con la violencia institucional sufrida. Aún cuando nuestro Estado no funcione bien, aún cuando esté lleno de filtros y grietas. Tenemos que terminar con la omisión estatal, hacer como que estas chicas no existen, callarlas o silenciarlas no desaparece el problema. En todo caso lo que desaparece es su derecho, su ser persona.

Si bien no fui como periodista, lo soy y algo quería aportar. Hay muchas cosas para decir y charlar, esta es una notita rápida que escribí en el celular mientras viajo en el colectivo de vuelta para vomitar un poco. Para contarles a quienes no pudieron venir, que pese a las balas de goma y los gases, el encuentro fue un éxito rotundo.

Que los medios y su cobertura vergonzosa no nos tapen la lucha.

pd: ¿Quién sacó la foto? La misma periodista que escribió la nota. ¿Qué es sororidad? Sororidad viene del latín soror, sororis, hermana, e-idad. La Sororidad es una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo.