Del mismo modo que el célebre historiador británico Eric Hobsbawm, quien se refiere al siglo XX a partir del lapso temporal que va del estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, lo que repercute en la Revolución Rusa de tan solo tres años después, hasta la desintegración de la URSS en 1991, podemos datar en Argentina el inicio del año 2016 el mismo día de la elección presidencial del 25 de octubre de 2015, que desembocaría en el primer balotage de la historia nacional el 22 de noviembre del año pasado.

Cabe remarcar que el balotage en nuestro país fue introducido por decisión del dictador Lanusse en las elecciones de marzo de 1973, a las que, por otra ley pergeñada por aquel presidente de facto se le prohibió participar a Juan Domingo Perón por no acreditar la residencia requerida de dos años en suelo patrio, siendo candidato por el peronismo Héctor Cámpora, de ahí una de las más ingeniosas campañas políticas que se recuerden en Argentina sintetizada en el slogan “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. Y no es que el ex presidente no haya querido volver, sino que fue sometido a un obligado exilio que duró 18 años, y que tuvo como protagonista central al gobierno de Illia, cuando en 1964 se le impidió retornar en Río de Janeiro por orden de la policía liderada por el presidente (gracias a la prohibición del peronismo) que representaba a la UCR.

Propongo pensar que el 2016 comenzó el mencionado día de octubre, ya que cualquier informador avezado, de los cientos que pululan en el “mercado”, podía inferir que las chances de la coalición Cambiemos eran altas, montadas en el lógico hastío que provocan 12 años y medio en el gobierno, y en una extraordinaria campaña de marketing que puso las palabras cambio, progreso y futuro del lado de Macri.

El incontrolable alza de precios tuvo lugar desde el lunes 26 de octubre, y no desde el 10 de diciembre cuando asumió el ex Jefe de Gobierno porteño. El asado, por dar un ejemplo, dio un salto de 60 pesos a 130, el kilo de pollo pasó de 20 a 35 pesos, y los ejemplos se multiplican. Muchos ciudadanos, con la letra provista por los medios de comunicación, que incansablemente las 24 horas del día, le echaban la culpa al gobierno saliente, comenzaron a reproducir ese discurso conformando un poderoso sentido común. Como sabemos, la economía es una cuestión de expectativas, y si la expectativa es tener un Estado laxo con los sectores empresariales, en beneficio de los exportadores, y no un Estado con potestades de control, como fue la norma 12 años, era lógico que los precios iban a pegar semejante envión produciendo una pérdida abrupta del poder adquisitivo.

La madrugada del 22 de noviembre pudimos apreciar, en Barrio Parque, una multitud de personas bronceadas, perfumadas y felices: eran los vecinos de la zona que se habían congregado en la puerta de la vivienda del presiente electo. Las imágenes, exclusivas de TN, eran un anticipo de lo que se venía: un gobierno de ricos para ricos.

El año arrancó con el profético Prat Gay diciendo que lo trabajadores deberían elegir entre conformarse con una paritaria por debajo de la inflación o perder su puesto de trabajo. Muchos se rieron, pero la mayoría sintió miedo, la realidad le dio la razón al ministro y a los temerosos, lo que demuestra que los 800 mil despidos( 200 mil formales, 600 mil informales), el cierre diario de negocios y la pérdida del poder de compra del salario, no fue algo casual, sino el objetivo de la alianza gobernante.

El resto, para los lectores de esta página, es conocido: desempleo, desigualdad, pobreza, beneficios a reducidos sectores, criminalización de la protesta social, persecución a las figuras del gobierno kirchnerista, desfinanciamiento de las actividades sociales, y un larguísimo etcétera.

Dado que algo que está pasando estos días, y que estuvo en la base de la derrota en las elecciones, se encuentra bien presente (nuestra dificultad para hablarles a quienes no votaron lo mismo que nosotros) les propongo una pregunta para hacerles a los votantes de todos los partidos: ¿está este año más cansado que otros a esta altura del mismo? Mi encuesta casera, con 30 “entrevistas”, da que todos dijeron que sí. Por caso, entre ellos había un taxista que me informó que la licencia para conducir taxis estaba 200 mil pesos el año pasado y que este año se consigue desde 110 mil, y que ahora trabaja un 50% más de tiempo con costos que se triplicaron. Creo que es una buena manera, de pensar, todos juntos, que este año fue extremadamente duro con los trabajadores que cargamos sobre nuestras espaldas el peso del feroz ajuste, y que de ningún modo era la única solución a los problemas que tenía la economía argentina, que si los tenía, ninguno estaba relacionado con el desamparo y miedo que hoy siente la mayoría de quienes generamos la riqueza en este país. Ese es todo un logro de Cambiemos: el disciplinamiento de los trabajadores con el objetivo de bajar salarios. La base de la Revolución de la alegría, que vuelve a ser privada y no monopolio popular, como es la norma en un gobierno peronista.