La torpeza del gobierno en el tema incremento de  tarifas  ha provocado la primera derrota política significativa de un gobierno que desarrolló una blitzkrieg  en los primeros nueve meses de su gobierno, en su intento de una refundación conservadora de la Argentina.

Es muy interesante observar cómo los escribas del establishment evaluaron la situación antes y después del pronunciamiento de la Corte.

Así Roberto García escribió en Perfil del 13 de agosto bajo el título “Como la 125”: Macri está obsesionado con el alza de la energía. Igual que Néstor en el 2008…..El presidente cree más en su firmeza que en su sabiduría para mantener los severos aumentos”

Joaquín Morales Solá consignaba en La Nación del 7 de agosto: “Al presidente le quedan sólo dos grandes problemas: la economía estancada e inflacionaria y el conflicto por los aumentos de las tarifas de los servicios públicos”. Pero el 14 de agosto, igual que el gobierno, acudía al dramatismo: “Aunque todavía no se note, gran parte de la presidencia de Mauricio Macri se jugará en los próximos diez días. Esa partida se decide por ahora en los despachos de la Corte Suprema de Justicia, que deberá resolver sobre quién fija las tarifas de luz y gas, cómo se pagarán y desde cuándo regirán. Una decisión negativa para el Gobierno podría arruinar su plan antiinflacionario, justo cuando la inflación dio los primeros síntomas de una tendencia a la baja.”

Curiosamente o no, lo mismo sostenía en el diario Clarín, Eduardo van der Kooy el 14 de agosto bajo el título  “Macri, igual que Kirchner: a todo o nada”:  “Esto es a todo a nada. Mauricio Macri repitió esa consigna, casi de guerra, ante cada funcionario que se le acercó para sugerirle una salida política a fin de superar el conflicto por las tarifas. El Gobierno hace más de un mes y medio que convive con ese martirio que lo condena a un desgaste popular. El Presidente es en estas semanas un hombre diferente al que muchos conocieron en los primeros meses de ejercicio del poder. Ante el problema del tarifazo elude las conciliaciones. En el resto sigue más o menos igual. A un funcionario que lo escuchó hablar sobre la “madre de todas las batallas” se le erizó la piel y congeló la sangre. Quizás porque esa combinación de palabras remitió a otro ex presidente, a otro pleito traumático y a una derivación que terminó marcando toda una época. Néstor Kirchner bautizó de ese modo la pelea con el campo detonada en 2008 por la resolución 125. Esa batalla la perdió finalmente en el Congreso pero le sirvió para inaugurar un ciclo de hostilidades permanentes que se acentuaron con su muerte repentina. Con Cristina Fernández en la soledad del mando.”

Pero una vez que se pronunció la Corte Suprema, los dos medios dominantes del establishment disintieron con sus principales espadas: así  Eduardo van der Kooy escribió el 21 de agosto bajo el título de “Recalculando: Macri  necesita otro GPS”:  Mauricio Macri había decidido apostar a todo o nada el aval de la Justicia al aumento en las tarifas del gas. El fallo de la Corte Suprema lo dejó con nada. O casi nada, si se fija una mirada complaciente. El Gobierno está ahora ante un doble desafío. Debe recalcular su metodología de acción política; también las metas económicas, uno de cuyos ejes es el recorte de subsidios en las tarifas para aliviar el déficit fiscal. Al macrismo le estaría sucediendo algo paradójico: transmite a la sociedad la idea de la implementación de un ajuste que la macroeconomía no registra en idéntica magnitud. Pero fomenta el malhumor. Algo no está funcionando en su brújula.”

En cambio los dos columnistas principales de “La tribuna de doctrina”, coincidieron entre si y disintieron con Clarín. Morales Solá reflexionó bajo el título “Macri y la Corte, sin vencedores ni vencidos”: ¿La Corte Suprema le asestó al Presidente una derrota en el conflicto tarifario? No. ¿Macri puede decir, en cambio, que se ha llevado un triunfo notable? Tampoco. Sin embargo, el problema se resolvió (hasta donde se resolvió) sin condenar al Gobierno a enfrentar una monumental crisis política y económica. Conservado el 74 por ciento de los aumentos que fijó, la administración tiene todavía la posibilidad de recuperar la mitad de lo que teóricamente perdió con el 26 por ciento restante. Ésa era la cuestión central para el Gobierno y lo que consiguió, en verdad, no es poco.”

Carlos Pagni, por su parte, afirmó bajo el título “El fallo de la Corte, lejos de lo que Macri esperaba”, sostuvo el 18 de agosto: “El fallo que emitió hoy la Corte Suprema sobre el ajuste tarifario está lejos de lo que Mauricio Macri esperaba, y suponía que obtendría, anoche. Pero tampoco expresa a los críticos más duros de la política energética, que podrían sentirse representados por el dictamen de la procuradora Alejandra Gils Carbó.”

Desde otro ángulo y orientación ideológica, Eduardo Aliverti escribió el 22 de agosto en Página 12 bajo el título ¿Un golazo o al córner?: “El fallo de la Corte es celebrado como un paso adelante contra las arbitrariedades del Gobierno en la aplicación del tarifazo. Más aún, se lo califica de golpazo y freno contra las pretensiones oficialistas. Quizás cabría tomar varias precauciones antes de ser tan concluyente……Se diría que lo primero que hizo la Corte es cubrirse a sí misma, ganar tiempo y darle aire al Gobierno. Los supremos demostraron no querer cargarse el modo, no elfondo, con que la tropa macrista lleva adelante su programa de ajuste. Ese modo no se constituye de errores, sino de mediciones de repercusión social. Para reiterar: lo que pasa, pasa; y lo que no, se verá cómo sigue pero en tanto reculada táctica, nunca estratégica……Pero dejaron intacto el tarifazo en los dos tercios del consumo total y, ya que estamos, es relativo que el fallo sea considerable como una derrota política del Gobierno. La impresión inicial es ésa, está claro. Sin embargo, ¿hasta qué punto no deja libre el camino para interpretar que se muestra el respeto por la separación de poderes y la independencia de la Justicia? En otras palabras, cuidado –al menos eso: cuidado– con ignorar que el fallo, finalmente, puede ser altamente funcional a los intereses del Gobierno. La buena noticia es que la presión social obligó a que la Corte no pudiera desentenderse, de modo abierto, en una de las cuestiones más irritantes del rumbo macrista. Pero hay mucha distancia entre eso y creer que podría ser en los tribunales donde se detenga la ferocidad conservadora.”

ACOTACIÓN ANTES “DE VER” LOS BOLSOS  DE ARANGUREN

Se puede comparar sólo formalmente el conflicto del gobierno de Cristina Fernández con las patronales del campo,  y el del gobierno de Mauricio Macri con una parte mayoritaria de la  población como consecuencia del tarifazo. En el primer caso, se intentaba que el Estado se apropiara de un porcentaje de la renta agropecuaria para reforzar las reservas antes la enorme crisis económica que se extendía por el planeta. Se avanzaba sobre un sector económico poderoso para mantener la sustentabilidad de lo alcanzado. El tarifazo, en cambio, es consecuencia de la necesidad de equilibrar las cuentas fiscales como consecuencia, entre otras causas, de la gigantesca transferencia de ingresos que realizó el gobierno hacia los sectores agropecuarios y extractivos, amputando subsidios a la electricidad, al gas, al agua y al transporte. El mismo había que abordarlo para distribuir los subsidios con mucha mayor equidad, que era tarea de un cirujano y no de un carnicero. El gobierno encomendó la tarea inspirada por el Presidente Mauricio Macri a un tecnócrata con el objetivo, escasamente científico, y mucho menos político, que cierren los números en una planilla de Excel. 

Calificar el tarifazo como una nueva resolución 125, atiene meramente a lo formal y encubre lo sustancial, que es  su contenido diametralmente opuesto. 

El tarifazo ya estaba anunciado con diafanidad en un cable de la Embajada de los EE.UU recogido en el libro ArgenLeaks, de Santiago O`Donnell (página 197) en donde Mauricio Macri le aseveró al representante yanqui: “Somos el primer partido pro mercado y pro negocios de ochenta años de historia argentina…” 

LOS BOLSOS DE ARANGUREN

Todos vimos los bolsos de José López. El relato dice que el ex Secretario arrojó tres bolsos por encima de los muros de un convento trucho, con la complicidad o no de monjas sui generis, que no eran estrictamente monjas y mucho menos de clausura, con  presuntas bóvedas tapadas con una alfombra a metros de donde se realizaban los rezos.

El Ministro de Energía Juan José Aranguren, en las penumbras de su oficina, en medio del ocultamiento burocrático, esgrimiendo una inofensiva estilográfica, firmó la resolución 28 por el cual llevó el precio del millón de BTU  ( alrededor de 27 metros cúbicos)  en boca de pozo de 2,80 dólares a 5,10 dólares lo que implica un incremento del  82 %  y trasladó a las empresas dos mil ochocientos millones de dólares en un año. Como el costo de lo que se extrae es un misterio profundo sólo podemos tomar como válido el estimado por la Fundación Bariloche que calcula que extraer un millón de BTU sale 1,90 dólares. Quiere decir que el margen de utilidad de las empresas que era “apenas” del 47 % antes del aumento otorgado, ahora lo elevó al 168%.  A lo que debe agregarse que semejante aumento no conlleva ninguna obligación en  materia de inversión, como sí lo había hecho Axel Kicillof para las extracciones de pozos nuevos que en ese caso le fijaba el precio de 7,20 dólares el millón de BTU en boca de pozo.  Aranguren le trasladó a las empresas el equivalente de 934 bolsos de López. El cálculo es muy sencillo: si en tres bolsos entraron  9 millones de dólares,  para  “trasladar” los dos mil ochocientos millones de dólares, si todos son del mismo tamaño, se necesitan 934 bolsos. El monto señalado equivale a lo que el gobierno espera recaudar de un blanqueo exitoso. Otra diferencia: mientras en el caso de López se desconoce el origen de los billetes, que el ex Secretario justificó sin demasiadas precisiones “de la política”,  en el de Aranguren resulta público y notorio: lo pondrá el pueblo.

Los bolsos de López se vieron en cadena privada por todo el periodismo escrito, radial y televisivo. Cabe entonces preguntarse: ¿Nadie vio los bolsos virtuales de Aranguren? ¿Por qué?

Tal vez la respuesta la tienen los chinos que sostienen que cuando una persona señala a la luna, el distraído sólo mira el dedo.