Con el auge del neoliberalismo creció la tendencia a negar la puja distributiva y elogiar la paz social, el “consenso”, o el debate “civilizado” y democrático.

Un debate en la tele siempre es liviano. Allí vale la imagen: ropa, voz, gestos. Luego, la gente deduce la aptitud: clase, inteligencia, nivel económico. Sopesa evidencias de forma inconsciente. Siempre causamos una impresión en el otro.   Buena o mala. Uno puede presentar mejor o peor sus ideas. Y a eso ayudan las palabras. Pero en minutos quizá cree lo que no es. Súbitamente. Debe analizar.

La mayoría de los economistas en el mundo son partidarios del “austericidio” La ley de hierro es que el trozo del pastel de los ricos crece. Cedemos cifras a quienes vieron el debate, para que defiendan las políticas inclusivas ante esos medios que atacan al Gobierno con su haragana artillería de restaurar lo viejo.

¿De dónde veníamos? Entre 1976-1981 el aporte al ingreso de los asalariados bajó un 54 %. Era el 48,5 % en 1974 con el tercer Perón y cayó al 22, 6 % en 1981. Fue el legado de la dictadura. Luego once años (1990-2001) de políticas antipopulares. La crisis en octubre 2002 (7 meses antes de asumir Kirchner) alarmaba: 57,5 % de pobreza, 27,5 % de indigencia y 24 % de desocupación. Sin moneda, el vuelto eran trozos de diario. Luego, once años recuperando la inclusión. Por eso las elites buscan otro gobierno que baje el gasto social. Del peligro de la extranjerización no debatieron. ¿Por qué defender este proyecto?

Con los Kirchner hubo cien medidas redistributivas (podríamos citarlas) y la esperanza es el límite para que termine la guerra de clases contra los de abajo. Si uno debate para quejarse, “siempre faltará algo”, dijo CFK. Lenin se reía de los que creían que en pocos años se podía finalizar con una miseria de siglos. En un mundo globalizado, no es serio debatir sin relatar la dura crisis mundial.

Por eso fue localista el debate entre economistas: Fernanda Vallejos y Tomás Bulat, el asesor con su sonrisa de tiburón empresarial de la deuda externa en el menemismo y funcionario de Foncap SA en la Alianza, fondo de capital social estatal al que dejó, dijo Vallejos, con la mitad del capital previo. Con estatales como él, es perceptible su discurso: los privados administran mejor. Histórico defensor de las ex AFJP, sin duda le aflige que perdieran en comisiones 6.700 millones de dólares desde que el Estado recobró en 2008 el control jubilatorio.

No lo dijo. Ni que el Estado aumentó 74 % el capital recibido en dólares. Sin pudor aseveró que Precios Cuidados es un control de precios, pero Vallejos le retrucó que no es así, porque son “precios de referencia”. Bulat, ex consultor del Banco Interamericano de Desarrollo, dijo que Vallejos defiende “negocios de amigos”. Pidió disculpas. Pero lo dicho quedó. ¿Él qué defiende? Falacias.

Basta hojear periódicos del mundo para desmitificar los argumentos de Bulat: que la solución es bajar el gasto social y la inversión pública es retornar a los ´90 y el 2001. Con baja inflación, como pide, no se creará empleo. El ejemplo es el alto desempleo en Japón de los últimos 20 años, pese a su baja inflación.

Según Bulat, la culpa de la inflación es del Estado, no de los empresarios y los formadores de precios. Repitió las excusas de la emisión sin control, carencia de inversión (anotamos en la última columna que al 72 % de las 200 mayores empresas del país las controlan firmas extranjeras) y las trabas para importar o comprar dólares. Es sabido que a muchos les altera declararlos en la AFIP. En  tres meses compraron 670 millones de dólares, pero a Bulat le parecerá poco. Quizás sus asesorados aguardan el regreso del límite de 2 millones mensuales.

Que los dólares los necesite el Estado para importar nuestros combustibles no lo señalaron Bulat ni Vallejo. El egoísmo capitalista como ley de vida. “Mis” dólares. Bulat no vaciló en confundir, al adjudicarle a los supermercados sólo el 30 % de las ventas en el país (pero son el 70%) e incluso inventó que ganan poco, cuando en otra columna informamos que Carrefour declaró que en 2013 ganó 2,80 % en Francia y 166% en Argentina, equivalente a sesenta años allá.

¿Por qué ninguno dijo que el riesgo país bajo desde 6.000 y está sólo en 773? Tampoco que en diez años un tercio más de la población posee ya gas natural.

Utilizó Bulat la limitada tesis de una variedad de economistas, asiduos en los canales de cable, sobre el gasto público: “Está más alto de lo que la sociedad está dispuesta a pagar con impuestos”. Por supuesto, si un dto. de 65 m2 en la ciudad de Buenos Aires (donde uno come y duerme) paga, escandaloso, igual ABL que 1.800 Has. (18 millones de m2, productivos) en General Madariaga, como publicamos hace dos años y tolera Scioli. ¿Es que los impuestos (ABL y retenciones) los decidirá sólo la presión de intocables de la “sociedad”? ¿Bulat pide (como Massa, Pro, UCR) quitar las retenciones y desfinanciar al Estado? Sin duda está de acuerdo con el reciente documento del Foro de Convergencia Empresaria: “Reforma tributaria y fiscal que elimine impuestos”. Increíble. Se  exige “reducción tributaria” y los impuestos son bajos con respecto al mundo.

Para ellos “retención” equivale a “confiscación” (así le dicen a la expropiación del 51 % de YPF) pues “su” dinero lo ganó al sector agrario y el Estado lo usa para planes sociales, jubilaciones y otras medidas “clientelistas”. La AUH no es clientelista, no hay punteros de por medio. Adrede olvidan que un informe de Nicolás Zeolla explicita que la soja aumentó su rentabilidad en dólares un 132 % de 2003 a 2014 (de 376 a 873 dólares), y cuando algo similar pasó en USA con el petróleo, el Estado en los ´80 tomó parte de esos ingresos con un impuesto nuevo (windfall profit tax) bajo el breve gobierno de James Carter.

Vallejos calló cuando Bulat (tuvo más minutos y la cortaba) dijo que Europa se recuperó. El Financial Times lo contradice y dice lo que presagiamos hace dos años en un diario: la crisis durará 20 años. Bulat lo sabe pero lo ningunea.

A Bulat le atraen, parece, los salarios magros: habló bien de China y Vietnam. Pero según la OIT, desde 2010, en el mundo desarrollado aumentó el paro en 5 millones de seres. Ya suman 202 millones, con 74 millones de jóvenes, y la tendencia alcista eleva su total a 215 millones para 2015. ¿Eso es estar mejor?

En otra columna de este diario citamos que por una orden del FMI de ajuste fiscal y no tener déficit mayor al 3 % anual, el PIB de Italia en 2013 bajó el 1,9 %. Bajó, Bulat. Hay un paro del 20 % En 2014 habrá 85.000 despidos más en el sector público y bloqueo de jubilaciones femeninas. En España, el paro es del 26 % y 6 millones de jóvenes. Su PIB en 2013 cayó 1,2 %. (Cayó, no subió). Con ajuste quizás en 2014 crecería un ínfimo 0, 6 %. O quizás, nada.

Alemania creció en 2013 el 0, 4 %. ¿Y la Argentina? El 3 %. ¿Cuánto? ¡750 % más que Alemania! Con deuda pública del 44 % del PIB. Y descendió en diez años la deuda con los acreedores privados el mil por ciento: de 95, 3% al 9,5 %. Compare, Bulat: la deuda privada de España en 2013 fue el 209 % del PIB, 2.200 % más que aquí.  Además, CFK subió en mayo 40% la AUE. Pero The Economist y “El País” la atacan. ¿A quién beneficia, Bulat, que en 2016 otro gobierno baje la inflación con ajuste fiscal, desempleo y reduzca salarios?

Sugirió que volvamos a tomar deuda. No dijo Bulat de quién, pero se sabe: del FMI. Este Gobierno se negó, opuestamente a los previos. Y por fin el Estado se desendeudó. Quintuplicó las reservas del 2003 aunque ahora, por los pagos, bajaron a 28.500. Bulat calló que la relación deuda bruta/PIB, según el FMI es del 36 %. ¿Y la de países irresponsables que tomaron deuda? Muy superior. De Brasil: 67,2 %; España: 91,8 %: Francia: 92,7 %; Gran Bretaña: 93,6 %; Portugal: 122,3 %; Italia: 130,6 %; Grecia: 179,5%.  Incluso EE.UU: 108 %.

¿Acaso no mostró Bulat demagógico un peso, acotando que ya no valía nada? ¿Y qué vale realmente un dólar, pese a su maquinita? ¿Cuánto valdrá si sigue esta crisis, con su deuda externa/PIB, que casi triplica a la nuestra? Se devaluó 40 % frente al euro. Con este modelo somos los menos endeudados. Pero cada día critica un elenco de economistas. Los lobistas callan que en Europa sube la renta capitalista, así gobierne la derecha o la izquierda. En España el ajuste de Zapatero, “socialista”, en dos años costó 58 mil millones de dólares públicos.

¿Y en USA? El 99 % de la gente posee el 60 % de la riqueza. Pero el 1 % de los ricos tiene el 40 %. Existen ya 50 millones de pobres. Y otros 50 millones subsisten sin trabajo o con alguno precario. Hoy la prensa capitalista lo oculta.

El desempleo subió los suicidios en Europa y EE.UU. En USA esos suicidios entre adultos de 35 a 64 años crecieron entre 2007/2010 el 28 % entre blancos. Creció más en gente de 50 a 54 (48 %) y de 55 a 59 (49 %), edades en las que quienes están sin empleo no hallarán otro. Ya 750.000 jóvenes (sin trabajo) se dedican al alcohol y a 5 millones de adultos el paro les quitó acceso a la salud.

Hay más. Hace días, Francia anunció otro ajuste por 50 mil millones de euros (70 mil millones de dólares). Hemos narrado que coreando consignas contra recortes y el pago de la deuda externa (700 % superior a la de Argentina) en marzo llegaron a pie a Madrid 35 Marchas de la Dignidad en un real Juicio al Sistema. Tres millones rogando “Pan, trabajo y techo”. Y no hubo respuesta.

La directora del FMI, Christine Lagarde, dijo en Madrid, respecto a jóvenes de 18 a 24 años ayudados aquí por el Plan Progresar: “Esta será una generación perdida”. Sin duda, con 55 % que no estudian ni trabajan y la deuda externa más alta en cien años: un billón trescientos mil millones. ¿Y aquí? Un ajuste subiría las tasas secundarias y universitarias, privatizando más la educación.

Portugal era el mimado mejor alumno europeo del FMI, como fue Argentina de América. Perdió su soberanía, con revisión de las cuentas públicas por la troika cada tres meses. El consumo baja un 15 % por año y las tiendas venden un 80 % menos que en 2007. Para ahorrar, la gente ya no utiliza sus autos. En una sociedad a punto de quebrarse, como no pueden devaluar porque están en el euro acuden a la devaluación interior que ordena Merkel: precios, costos y salarios, como antes Irlanda o Letonia y ahora España. Un laboratorio que ya fracasó en la Argentina del 2002. Y la desigualdad crece. Con tantos ajustes, ¿cuánto cree el FMI que en 2014 crecerá la Eurozona? Risible. Sólo el 1,2 %.

En Argentina, los medios ocultan que para el índice Gini, que mide la riqueza y pobreza, bajó la riqueza en la década que añoran los ricos (1992 a 2002) un 8,2 %. Y mejoró en la que detestan (2003 a 2010) un 9%. Sumado, da 17.2 %. Sus asesorados, Bulat, deberían estar felices si no fueran codiciosos. Enviaron a sus casas matrices, en dólares, más del doble que en los ´90: de 0, 7 del PBI (15.686 millones) pasaron al 1,7 % del PBI entre 2003-12 (41.093 millones).

El Banco Mundial (del que fue vicepresidente el Nobel de Economía de 2001, Joseph Stiglitz, que alaba al kirchnerismo) nombró a la Argentina el país que mejor encauzó el gasto social. Dice ahora que es “optimista con cautela” sobre América Latina. Y que ya “es menos vulnerable a choques externos que en el pasado”. Con el devenir no ortodoxo de los Kirchner, Lula, Chávez, Correa y Morales hay “mayor margen de maniobra” para enfrentar peligros futuros. Es un aval para este modelo, no el de quienes quieren un país al servicio de ellos.

Por supuesto, la guerra civil es persistente entre quienes preservan la inclusión (Vallejo) y el capital (Bulat). El capitalismo salvaje, agresivo, lo apetece todo. Por ello Bulat repitió obediente el consejo del FMI, al que no le agrada que el país se lograra desendeudado: exige un “ajuste ordenado” (léase desempleo) y bajar el gasto público. Bulat no dijo nada nuevo. Dio, de memoria, su lección. Y defraudó que alguien que tuvo la fortuna educarse en Londres, no valorara que la AUH hace que niños que no iban a la escuela hoy lo hagan y progresen.

El cándido cree que los oligarcas son Reyes Magos, pues confieren a las clases medias burguesas sus creencias, qué cosa uno debe hacer o pensar. Ellos ahora determinan el orden del mundo, lo tolerable o lo negativo y formatean el deseo metido en las mentes: un libre mercado económico y financiero. Al fracasar el neoliberalismo como principal ruta de felicidad, se descubrió con la crisis que ese modo de vida no sólo impulsa el consumo. Para los excluidos, la violencia. Pues las nuevas generaciones crecieron en un clima insano de híper consumo.

Uno debe saber que la dicha no se mide por la riqueza sino por la distribución. No es fácil conjeturar por qué surge el desprecio en la tele hacia cuanto huele a gasto social, si bien Bulat admitió que la teoría del derrame es errónea. CFK también: “Se hablaba de derrame, pero no cayó dinero hacia abajo. Mejorando el ingreso de los de abajo, sube el beneficio”. Y sucede desde hace once años.

En Europa la prioridad es controlar el déficit, lo cual ha destruido el Estado de Bienestar. El mercado ya no es un medio, es un fin. Está arruinando el planeta.

Es hipócrita decir que EE.UU y la Eurozona procuran aumentar la igualdad de oportunidades. Legitiman un Sistema que genera mayor desigualdad. Existe  más demanda de bienes y trabajo que oferta. Todos quieren ser ganadores del Sistema y apropiarse la renta del otro. La verdad desnuda, dijo Stiglitz, es que la democracia no existe en el capitalismo, pues nadie pone freno a los abusos del mercado. Todos comprenden que la democracia actual no protege al pobre. Marx ya lo demostró hace un siglo y medio. Democracia significa el gobierno del pueblo por el pueblo. Como aquí ahora. El único modo de salvarla es con una transfusión de fondos (mediante impuestos) de los ricos hacia los pobres.

Y terminar con el Estado Hood Robin que domina el mundo. Esa democracia amoral de compraventa de todo llegó al límite. Si no quieren salvarla, deben reinventarla. En 1860 un reaccionario escritor, Flaubert, dijo: “La democracia no es la última palabra de la humanidad, como no lo fueron la esclavitud, el feudalismo o la monarquía”. Quizás pensar algo nuevo, como Tocqueville: no en una segregada hostilidad de individuos, sino en una comunidad de iguales.

A los economistas es saludable evitarlos. Como dijo alguien, son tan sanateros como un magnífico cómico, Fidel Pintos. Éste nos hacía reír, pero ellos llorar.