Es curioso. La fuerza política a la que se la sindica de vertical y sin discusión interna, hablamos del Frente para la Victoria, es el frente que presenta, en las PASO presidenciales próximas, a los candidatos más competitivos: Scioli y Randazzo. Las demás fuerzas, aún desarrollando el ardid de la elección, ya tienen a sus candidatos sellados. Macri, Massa, Stolbizer, Altamira, Mussi, en cada una, respectivamente (?).

La presidenta llamó a un baño de humildad para sus contendientes -tanto nacionales como bonaerenses- y agarraron la toalla todos los candidatos que no llegaban a medir un guarismo que los pusiera en carrera. Agustín Rossi, Jorge Taiana, Sergio Urribarri, Diego Bossio, son algunos de ellos. En provincia quedaron un puñado de candidatos, entre los que se destaca Aníbal Fernández, actual jefe de Gabinete, pero en las PASO, para las presidenciales, el FPV plantea un falso balotaje, que es leído hacia adentro de determinados sectores afines al gobierno como si la contienda fuera entre Macri y Cristina, exagerado.

Sin embargo, Florencio y Daniel son dos dirigentes con más cosas en común que temas en los que se diferencian. Es cierto que en tiempo de elecciones se está, precisamente, en campaña, y se extreman posiciones y se fuerzan escenarios y todos están más pendientes y sensibles que nunca. Pero son dos dirigentes peronistas de la provincia de Buenos Aires que adhirieron siempre al kirchnerismo.

Un sector del kirchnerismo, al que podríamos denominar la línea Hebe, nunca miró sin desconfianza a Scioli, nunca, no ahora. Siempre le tuvo dudas, tirria, suspicacia. Nunca se contuvo, bueno, es Hebe, de decirle todo tipo de adjetivos calificativos a DOS. En esa línea se inscribe gran parte de la intelectualidad no peronista que adhirió al kirchnerismo tardíamente y que considera a Randazzo sí contenedor de ese supuesto kirchnerismo puro. También la clase media que descubrió en Cristina a una líder distintiva, que militó y sostiene sus diferentes proyectos e ideas. Y cómo no, la mayoría de los dirigentes no peronistas que cierran filas hacia dentro del FPV pero que miran con recelo el armado peronista del interior del país y a determinados jefes comunales bonaerenses llamados barones del conurbano. Randazzo logró construir entre estos sectores, gracias a su gestión, su lealtad y su ímpetu, su piedra basal, su núcleo de representatividad. Pero lo cierto es que además es un dirigente bonaerense, un peronista clásico, un tipo de laburo, un militante político.

Por otro lado tenemos a Daniel Scioli, un dirigente que por más que se lo tilde de inminente traidor está dentro del proyecto político iniciado por Néstor Kirchner desde 2003, tanto así como que fue elegido vicepresidente de la Nación allí mismo. Y después laburó, intentó criticar algo, lo callaron, lo retaron, lo mandaron al desierto y después a la Provincia, que no sabemos qué es peor. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. 8 años de gestión bonaerense, el cementerio de los elefantes políticos, no parecieron hacerle mella. Más allá de la opinión que cada quien quiera tener de Scioli como gestor, algunos lo señalan como un laburante incansable, otros como alguien que deja hacer, la imagen pública sigue poniéndolo como primer candidato de todas las fuerzas, y gobernar la Provincia de Buenos Aires y no es fácil ni para el mejor gestor del mundo.

Sus adhesiones parten de tres vertientes: el armado peronista ahora sí clásico de las distintas gobernaciones, más lo que construyó en su distrito, Buenos Aires, determinante electoralmente, pero además una adhesión silenciosa pero mayoritaria de eso que podemos llamar el “votante promedio” que no hace lío, ni tiene llegada a los medios, ni genera los debates de la patria, pero que se cuentan de a miles, como los votos, que se cuentan de a uno. Daniel Scioli posee la inmanencia de lo popular, el santo grial de la política, eso que nadie entiende y que se explica algunas veces como “no le entran las balas” y otras como “es de amianto”.

Sigo pensando que los dos candidatos no son tan disímiles y que las diferencias son recargadas por el artificio de la campaña electoral, eso sí, cada quien logró establecer su cuota de mercado, su universo ideal de votantes, eso les otorgo fortalezas a cada uno. De ellos dos saldrá casi seguro el próximo Presidente de la Nación.

Párrafo aparte y final para Cristina que escogió a los dos candidatos perfectos para en las PASO contener el 100 por ciento de los votos filokirchneristas y que mediante la definitiva lógica de los votos ordenará al conjunto a votar lo que será la sobrevida del peronismo en el poder, lo único que realmente importa, porque para cambiar las cosas hay que gobernar, y para gobernar antes que nada hay que ganar. En cualquiera de los dos casos, el kirchnerismo es historia, nacerá el sciolismo o el randazzismo y la saudade de estos 12 años se verá avivada como el fuego con el viento cada día con su anterior inmediato.