La Agencia Reuters, aquella que en 2012 tuvo que aceptar que había cometido un error en su informe sobre mujeres terroristas en Teherán, y que se encuentra vinculada estrechamente a los intereses del establishment financiero, afirmó que el juez Griesa, en audiencia privada, habría indicado que, tras el discurso en cadena nacional, CFK “no le daba confianza”. De este modo, Reuters le da a los medios locales opositores la posibilidad de “confirmar” lo que venían intentando instalar desde algunos días atrás, esto es, que el fallo adverso contra la Argentina es una consecuencia de los malos modales del gobierno argentino (modales que no fueron tan importantes para un 93% de los acreedores que aceptaron una quita cercana a los dos tercios de lo adeudado. Pero, obviamente, eso es un detalle).

¿Sorprende lo de la agencia Reuters? No, pues así funcionan los conglomerados de medios del establishment. Un medio local marca la agenda, un medio internacional de mayor prestigio se informa a través del medio local y hace suya esa posición en un artículo de opinión que luego es replicado por el medio local como confirmación de lo que el mismo medio había instalado originalmente. Las agencias de noticias no están exentas de esta lógica más allá de que nunca falta algún ingenuo que crea que éstas brindan los “datos duros” y que los que se encargan de acomodarlos y sesgarlos son los medios de cada país.

Pero asumamos que lo que dijo el juez haya sido verdad. De hecho, varios periodistas y algunos menos dirigentes políticos como el socialista Hermes Binner (hay que decir que al momento de escribir estas líneas, Massa, que se había comportado vergonzosamente en ocasión del proyecto de reforma del código penal mintiendo aviesamente, esta vez, actuó con sentido de la responsabilidad), han asumido acríticamente este particular accionar del juez.

Y es aquí donde aparece una enorme paradoja porque los que advierten que el juez tiene en cuenta declaraciones públicas de la presidenta o miembros del gobierno, son los que consideran que Griesa es un eslabón de una justicia caracterizada por su independencia y pulcritud (pese a que la historia y el presente se han encargado de desmentir esto decenas de veces); una justicia que no se deja influenciar por el poder político y que ha abrevado de la mejor tradición del derecho anglosajón. Sin embargo, esa justicia tiene un juez que no se guía por la letra de la ley sino por las supuestas inapropiadas declaraciones de funcionarios. En otras palabras, sería un juez al que no le importa la ley sino que establece con sus litigantes relaciones de empatía, simpatía y antipatía según su cosmovisión política, su rol en la geopolítica y hasta quizás su idioma, su forma de vestir… y vaya a saber uno qué cosas más. Quizás, ante el juez Griesa, cualquier crítico del sistema financiero o de los entramados normativos que ha constituido lo que Hardt y Negri denominan “Imperio”, es culpable independientemente de lo que diga la ley, simplemente, por la desconfianza que puede generar alguien crítico del sistema financiero y que le dé la razón, sin mencionarlos, claro, a dos intelectuales que han cometido el pecado de ser neomarxistas .

Siguiendo este razonamiento me atrevo a listar otras razones que Griesa seguramente tomó en cuenta y que fundamentan su desconfianza, a saber: los Spurs de Ginobili le ganaron al Miami de LeBrón James; Perón no se llevaba bien con Braden; hay muchos argentinos que no comen en Mc Donalds; Adrián Suar tiene miedo; Sabella es un técnico kirchnerista que  juega con 5 defensores; los actores K no lloran de verdad; Néstor no estaba en el cajón y sigue pesando la plata en un paraíso fiscal tras hacerse una cirugía estética; Boudou está complicado mientras a un héroe como Campagnoli se lo persigue como si fuese un estigmatizador de jóvenes pobres y un operador de un grupo económico, y, por último, CFK se crispa en Harvard y desprecia a los jóvenes de La Matanza que son casi seres tan seres humanos como cualquier estadounidense sea halcón, paloma o buitre.

Dicho esto, habrá que resolver el siguiente dilema: o bien Griesa es un juez independiente y serio que sigue al pie de la letra la ley y que, por tanto, no tiene por qué interesarse por las declaraciones de funcionarios puesto que la normativa justificaría un fallo que, en nombre de la igualdad, ampara la desigualdad al servicio de la peor escoria del sistema financiero poniendo en vilo toda reestructuración de deuda; o es un juez arbitrario cuyos fallos son imposibles de justificar dado que se basan en las opiniones políticas que el litigante posee. No parece un dilema simple para el “griesismo” vernáculo.