Sin rodeos y sin el pudor hipócrita de lucir intelectual y razonable; sin ponerse a justificar las conquistas de justificación innecesaria; sin desmentir las mentiras que se desmienten hartas ya de mentirse, y sin afanarse en argumentos inaudibles a la negadora y empecinada sordera, ¡Viva la presidenta! y ¡Viva nosotros!

Sin más que la lucidez del instinto para resistir la reacción reaccionaria y la ingratitud y el egoísmo que aflojan la hermandad cuando esta más se necesita; y sin ignorar la ignorancia que hace que algunos, increíblemente, duden entre la autoestima recobrada o hincarse ante la promesa de volver a ser “nadies “ para los “alguien” ¡Viva la presidenta! y ¡Viva nosotros!

Y sin ponerle “peros” critiquistas ni puristas al entusiasmo popular; sin dejarse restregar utopías utópicas frente al trabajo y el pan reales y crocantes; sin responder a la arqueología de tantos demócratas momificados, pero mediática y artificialmente latentes, este primero de marzo de 2014 ¡Viva la presidenta! y ¡Viva nosotros! Sí. Festejemos con ella el primer día ganado de la nueva década ganada.