Hace mucho tiempo que un presidente estadounidense no expresaba preferir los intereses de su país, sino los intereses de la globalización, digamos. La globalización  se había convertido en un absoluto, un sistema con sus dogmas y sus grandes prelados, de allí el desasosiego y el disfavor que ostentan el populismo y el nacionalismo. Con Donald Trump aumenta la protesta y la incertidumbre. El crecimiento mundial podría resentirse en 2017. La inflación estadounidense seguirá sumando decimales o dígitos porque aplicarán una política fiscal más laxa, habiendo obtenido Obama pleno empleo. Esto último surge como una inobservancia a la receta estándar cacareada durante 40 años.

Si el gobierno argentino sigue parado en el mismo marco teórico que ha predicado y en el cual fue adiestrado, la novedad estadounidense resultaría en un pronóstico de más inflación al cual le corresponde un alza de la tasa de la Reserva Federal. Súmele una nueva caída al desmejorado comercio global, ya que se anuncia proteccionismo antiglobalizante al máximo, incluyendo la renegociación de los tratados comerciales que el presidente Macri se desespera por abrazar. Recuerde que su modelo no es Venezuela, pero si persevera y permanece resultaría Colombia o México.

Las tasas de interés a plazos mayores en EE.UU. pasaron de 1.80% a 2.40% (+33%), esto afecto el riesgo de los países emergentes que pagaran mas caro sus prestamos. Se encarece aun más el costo de financiamiento para la Argentina que ya pagó tasas prohibitivas durante todo 2016. Mientras el mundo emergente devalúa sus monedas, Argentina la “aprecia”. Un “blue jean” de la misma marca, en Argentina vale 5 veces lo que cuesta en EE.UU., las mismas zapatillas y remeras valen el triple.

La estrategia del “mandarinato”-formado por correveidiles, ejecutivos obedientes y algunos comerciantes  ha sido: “despidamos a Prat Gay que ya hizo el trabajo sucio-aparentemente otra cosa no sabia-, y a Melconián por parlanchín”. Pongamos un ministro “verde” como aquellos que le criticábamos a Cristina, para que cumpla órdenes sin chistar. Apliquemos una política monetaria de metas de inflación; esto es, mantener tasas reales positivas para bajar la inflación.

La mezcolanza de políticas expansivas y contractivas al mismo tiempo, no está contemplada en el marco teórico que mejor expresa Melconián-aunque todos los demás lo saben y callan-, y conlleva atraso cambiario, del tipo Martínez de Hoz y Domingo Cavallo.

El costo financiero de pedir préstamos fue caro en 2016, pero subió fuerte con perspectivas de no bajar, no parece buena idea seguir pidiendo prestado.

La suba de la tasa de la Reserva Federal afectaría las exportaciones negativamente por el impacto contractivo de un menor crecimiento mundial. Pero el relato ahora cambió, Dujovne descubrió que a la Argentina no le afecta, debido a que el comercio con EE.UU. es  solo 7% de nuestras exportaciones y 12% de nuestras importaciones. Interesante descubrimiento, entonces es bueno que no estemos integrados a los países serios. -¿Habrá una nueva misión comercial a Angola?-

Como el Reino Unido, Trump pretende bajar los impuestos a las empresas de EE.UU. y otorgar incentivos para la repatriación de capitales. En ese contexto es probable que las “aspiradoras del mundo” hagan menos feliz el hecho de invertir en la Argentina, aunque el gobierno siga realizando todo tipo de genuflexiones. No hubo shock de confianza y habrá menos Inversión Extranjera Directa (la que el gobierno propicia y apetece).

En lugar de crecer 1.5%, 2016 cerraría con una caída del PBI del orden de 2.8% (erraron alrededor de 300%) y una inflación de 41% en vez de 20/25% (erraron alrededor de 100%). Entiendo porque estudiaron en EE.UU. y con semejantes inversiones de sus familias y apellidos ilustres  no pasaron de “traders de bonos argentinos”, estos errores de pronóstico en una empresa o banco estadounidense serian impresentables e impracticables en un puesto alto.  La inflación se comió la mejora de competitividad que buscaba la devaluación de Alfonso Prat Gay. El déficit primario terminará aumentando en 2016 más que cualquier año de la era “K”. La estrategia macroeconómica elegida luce deprimente, tal vez Prat Gay haya hecho el trabajo sucio, pero no hizo ninguna otra cosa que pueda tapar esa grosería que el mismo platicó sin ruborizarse a los medios.

Ahora el BCRA tiene que emitir pesos para financiar al Tesoro y para comprar dólares como los destructivos Cristina y Néstor, en ese orden que no es el cronológico. Los mercados no van a demandar todos los pesos que el BCRA emita, por lo cual este o el Tesoro estarán obligados a absorber los pesos excedentes, a un costo exuberante. Con una inversión privada de sólo 11% del PBI, muy inferior al promedio regional-salvo Venezuela- el resultado es pésimo considerando que recobramos la confianza por cancelar con los fondos buitres y abrir la economía.

En EE.UU. dicen que la inconsistencia de la política económica y la baja popularidad de Macri llevan a una sobrevaluación del peso y riesgo de gobernabilidad respectivamente, por lo cual no vendrán. Si las exportaciones no crecen, el consumo cae, el gasto no puede estar más alto y las inversiones no llegan, el resultado cierra con una caída de la demanda agregada.

El gobierno debería disminuir la incertidumbre pero la sube dando señales contradictorias despidiendo jugadores del mejor equipo de los últimos 50 años.  A Prat Gay bajar el déficit le importaba poco, solo se dedicó a arreglar con los fondos buitres y liberar el dólar para que se fuguen muchas mas divisas que durante el último año de Cristina. Melconián va al banco de los suplentes, pero que no gima, volverá como Ministro de Hacienda luego de las elecciones de octubre, ya que ningún otro ha demostrado tanta disposición para realizar un ajuste brutal.

La Argentina necesita más ahorro doméstico, espero que no se le ocurra a Sturzenegger bajar el respaldo a los dólares que deposita la gente en los bancos locales. En síntesis, pagamos tasas de interés más altas, la inversión no viene y tendremos menos exportaciones. El panorama para 2017 luce bastante complicado. No se puede seguir dependiendo sólo de atraer ahorro externo, pero que ni se les ocurra asustar a los ahorristas internos que llevaron sus dólares del colchón a los bancos. Si ponen en riesgo el sistema financiero, “Cambiemos” podría llegar a llamarse “Volcamos”.