(Enviado Especial)

Un Indio Solari inspiradísimo, contento y de muy buen humor, con "la gola" más arriba que de costumbre, hizo olvidar todo a las más de 170 mil almas presentes. Incluso el sufrimiento y la espera para ingresar a la ciudad de Gualeguaychú, los kilómetros que se debieron caminar para entrar por fin al hipódromo y encima encontrar allí un barrial intransitable.

Con retraso de una hora, debido a la cantidad de gente que restaba ingresar al predio gigante, a las 22.30 puntual se apagaron la luces y comenzó la batería de fuegos artificiales en el cielo.

El exRedondo sorprendió al comenzar con "Nike es la cultura", tema que abrió su primer calbum, El Tesoro de los Inocentes. Y luego recién peló canciones de su nuevo trabajo como "Chau Mohicano" y "A los pájaros que cantan sobre las selvas de internet". El primer regalo ricotero, siempre es el tercero o el cuarto, fue "Fusilados por la Cruz Roja", con un affiatado Sergio Colombo en saxo.

Entrevistados por Diario Registrado en la semana, el tecladista Pablo Sbaraglia había adveritdo que "esta es la mejor lista de temas de todas". Y vaya que lo fue: 17 temas propios, 10 de Los Redondos, entre ellos algunos que nunca había tocado en vivo con su banda como solista. "Bueno, vamos a hacer el tema de una novela", dijo riendo el Indio, para cantar la canción que dedicó hace 20 años a la historia de Pablo Escobar Gaviria, y cantó Me matan Limón.

Le siguió "Uno pocos peligros sensatos", donde el Indio cayó al escenario, se levantó enseguida y siguió cantando "Golpe de suerte". Fue el primer guiño para una noche plagada de temas "viejos" y entrañables.

Los Fundametalistas se lucen en esas versiones, les gusta a los músicos tocar melodías con las que crecieron, lo confiesan. La banda cada vez suena mejor, claro que mucho más en los temas de la etapa solista de Solari. La potente doble batería de Aramberri y Carrizo, el sobrio bajo de Torres, las habladurías de las guitarras de Comotto y Benegas, los dedos lúdicos de Sbaraglia -sea en teclados o guitarra rítmica-, y los vientos que remontan Colombo-Tallarita, son la artillería en la que se refugia el Indio, repetimo, esta vez, con la voz de aquellos años felices.

Sonido e invitados

Las nuevas líneas de sonido, 9 en tríos desde el escenario hacia atrás, mejoraron notablemente el sonido, eso sí, dentro del rectángulo que formaron. Este cronista bailó y saltó a la altura de las primeras de esas líneas y disfrutó de un sonido potente. Algunos testigos que vieron más atrás y a los costados el recital, aseguraron que el sonido no era "así de bueno" allí.

Si bien uno de los motivos que incentivó a las multitudes a venir a Entre Ríos, además del lugar neurálgico para porteños, rosarinos y hasta uruguayos, o la presentación oficial del nuevo álbum, una atracción fue sin dudas la presencias de los integrantes de Patricio Rey, que grabaron junto al Indio “La Pajarita Pechiblanca” -tema que cierra el disco-, y que el Indio presentó como "tres viejos queridos de todos nosotros".

Sergio Dawi, había anticipado que iba a haber "yapa, vamos a hacer un par de temas". Pero no había dicho que iba a ser un golpe al corazón de la memoria auditiva para los ricoteros. Además de "La Pajarita", arrasaron y pusieron de cabeza el hipódromo con las ochentosas Ya nadie va a escuchar tu remera y el inédito Nene Nena.

Había que verles las sonrisas a esos "viejos", y al Indio también. El nivel de entendimiento para sonar como entonces, tras un par de ensayos y hacer esos temas, que hicieron bailar a la multitud como en un final anticipado.

Se ha convertido en una odisea llegar hasta la ciudad donde toca el Indio, por la multitud que copa los accesos, ya sea Junín, Mendoza o Tandil. Y más aún: llegar hasta el lugar donde se presenta Solari, representa caminar kilómetros que significa todo un acto fe, ya mucho más que ir a misa, como se decía entonces.

El final fue un golpe al corazón. El Indio arrasó con su voz toda la ciudad al cantar "Todo un Palo", y enseguida volver a invitar a Semilla, Sidotti y Dawi, para hacer "Ji ji ji". Distinto, más bailable quizás, con ese swing y ese tempo que solo músicos de Los Redondos le pueden dar al himno nacional del movimiento ricotero.

Esta vez fue, además del pogo más grande del mundo, el más embarrado ¡Los pibes se tiraban de cabeza en el barro! -de pecho, como Maradona en la cancha de River para festejar el gol de Palermo ante Perú que nos dio la clasificación-, y ya no importó mucho mas.

Volver a caminar kilómetros para el regreso, implotados los músculos del cuerpo, tocada el alma, otra vez, cada vez que el tipo llama y convoca. Y la monada va, de a cien mil, ciento cincuenta mil, ciento setenta, o más. Se toma una ciudad por unos días para la procesión y la odisea, y se baila y se canta. Como sólo ese guía-gurú en que se ha convertido el Indio, puede lograr. De otra manera no puede explicarse tanto convencimiento y amor, y esa fidelidad única que le profesan los suyos, sus fieles.