Es el abuelito que todo joven que le gusta la adrenalina y las montañas rusas quisiera tener. Él es Jan, tiene 93 años y gracias a sus nietos encontró una pasión que en su juventud no encontró: la montaña rusa.

Quizá ese niño interior estaba escondido y gracias a su tiempo libre y con su jubilación, luego de haber trabajado toda su vida, encontró cómo recuperar ese tiempo perdido y disfrutar lo que le queda sobre esta tierra. 

¡Bancamos fuerte la pasión de Jan!