El curioso caso comenzó en 2014, cuando Jenna Driscoll fue detenida en una causa por venta de marihuana: al revisar la evidencia en su teléfono celular, la Policía se encontró con las pruebas de los terribles abusos contra el animal. 

Después de transitar varias instancias judiciales, la joven de 27 años confesó estar arrepentida y que el morbo de su pareja por verla tener sexo con el can por placer propio, le arruinó la vida.

El juez Terry Martin escuchó el ruego de la joven originaria de Brisbane, en Australia, y admitió que el abuso se dio "en el contexto de que su compañero buscaba ser excitado al mirar semejante acto atroz". Sin embargo, la señaló como "partícipe voluntaria en los actos de coito con el perro".

A pesar de eso, la justicia decidió condenarla a dos años de prisión en suspenso, por lo que el trabajo de su abogado conseguirá que la joven no quede detenida.

"Esto arruinó mi vida. Estoy muy arrepentida por lo que hice", confesó Driscoll que está tan avergonzada que dejó la Universidad del Sur de Queensland donde estudiaba.