Paula D’ Amore y su esposo no llegaron a entrar a un hospital en Boca Raton, Estados Unidos, y debieron tener a su primer hija en el estacionamiento del complejo. De todas maneras, siete meses después recibieron una factura de 7.000 dólares, de los cuales 2.000 corresponden al servicio de una sala de parto que nunca utilizaron.

La mujer recordó como fue el dramático parto. "Mi marido empezó a correr para pedir ayuda, pero yo le dije que la nena ya venía y su cabeza de a poco empezó a asomar". El hombre no tuvo otra alternativa que hacer de enfermero, hasta que los empleados del Hospital Regional de Boca Raron se acercaron para asistir.

"Sabía que era responsable de 5.000 dólares", aseguró Paula al sitio KPTV, donde critica que ella "no necesitó ese servicio". "Voy a pagar la factura, ese no es el problema, el problema es que el cargo es indignante", se quejó.

Esta no es la primera vez que los precios de la sanidad estadounidense desatan un debate en el país. A principios de octubre, sin ir más lejos, un matrimonio se vio obligado a pagar 40 dólares por abrazar a su hijo, por el famoso "skin to skin".