"¡Encuéntrenla por mí! ¡Por favor! Su nombre es Aya", pedía desesperadamente una madre a los socorristas que trabajaban en una zona bombardeada por Bashar al Assad en la ciudad siria de Damasco.

Con los minutos contados, personal  de los Cascos Blancos que estaban en el barrio de Tishreen, comenzaron a remover escombros mientras escuchan el llanto débil de Aya atrapada.

Tras un intenso trabajo, y tomando la precaución de no aplastar a la menor: "Los voluntarios lograron alcanzarla con vida y transportarla a un punto médico del área". 

Más de 310.000 personas ya perdieron  la vida en el conflicto sirio, desencadenado en 2011, y que tuvo hasta hace poco a la ciudad de Alepo como epicentro. Ahora desde la oposición denuncian bombardeos en zonas civiles en la provincia de Homs.